AL TRASLUZ
Acerca de Antonio Silván
Te puedes pasar años escribiendo de Trump sin haberte tomado con él ni siquiera un café, y acertar. En cambio, del alcalde de León, Antonio Silván sí tengo opinión basada en el trato, no frecuente pero sí intermitente. Le considero un político honrado y bueno. Honradez y bondad no son lo mismo. Como otros leoneses, asistí a la misa funeral por su padre. Al salir, ya camino a casa, pensé acerca de la diferencia que hay entre «las buenas familias», etiqueta provinciana y burguesona que no me interesa, incluso me repele, y las familias buenas, concepto que pertenece al ámbito de la conducta, en el que incluyo al alcalde, consecuencia de valores educacionales inculcados. Con motivo del caso Enredadera le he escuchado hacer una declaración que le resume: «Lo digo desde el corazón, me gustaría poder mirar a los ojos a cada leonés y decirle que no he hecho jamás nada ilegal». Escogió un libro mío como regalo institucional, una reflexión sobre la soledad del mando, a través de los líderes representados en los medallones de San Marcos. Las reuniones preparatorias me posibilitaron tratarle más. No escribo, pues, de oídas, pero tampoco desde la gratitud, aunque la tenga. Opinar en los medios —o sea, crear opinión con la tuya— también conlleva el deber de la prueba. Lo que aquí afirmo no está fundado en el conocimiento del sumario, que no he leído, sino en mi percepción sobre la persona. Ahora bien, me importa menos equivocarme, y no creo estarlo, que cometer la injusticia del silencio que otorga.
En octubre, cambiaré de década y ya he escrito muchas más columnas de las que me quedan por escribir. No estoy de vuelta de casi nada, pero tampoco me hallo en aquel bisoño comienzo, donde todo era descubrimiento. Por ejemplo, no confundo ser prudente con mostrarse tibio. A veces, callar no es prudencia sino mero permanecer callado. ¿Cómo podría guardar silencio si tengo una opinión excelente sobre él? Ya dije la mía: honrado y bueno.
La conducta forma también parte del currículo, o debería. Le deseo, desde el corazón y la razón, que salga airoso de su más difícil prueba. Si tiene un Hyde oculto no me lo ha presentado. ¿Esta desazón que siento se debe al calor o, ay, al blue de la condición humana?