cartas al director
c Carlos García Valverde escribe con el título «¿Habla usted ‘lleunés’...?»: «Porque, de lo contrario, de poco le va a servir que el Ayuntamiento capitalino, plegándose a la peregrina iniciativa de la UPL, renueve las placas del callejero urbano para reflejar el nombre de los viales y plazas en lengua castellana y ‘lleunesa’. Nada que objetar al estudio, conservación y, llegado el caso, difusión de la ‘fabla lleunesa’ (o ‘llionesa’, según otros), en los ámbitos culturales, investigadores y similares que se crean oportunos, pero…¿meterla ‘con calzador’ en la vida cotidiana leonesa a través de la nomenclatura viaria?
Un despropósito inútil y fallidamente reivindicativo, porque, vamos a ver: ¿queremos compararnos con Galicia o Cataluña, donde todo quisque chamulla el idioma local y donde no se ha perdido su uso en ningún momento?
Lo de las placas en las calles será un galimatías incomprensible y desorientador, un embrollo etimológico y una Babel de confusiones y malentendidos. Y luego, está en tema del origen del ‘lleunés’, y las áreas de nuestra provincia donde realmente tuvo presencia notoria, porque, por lo que veo, se está intentando perpetrar una sinécdoque, santificando como ‘lleunés’ o ‘llionés’ (que ni en eso se ponen de acuerdo) prácticamente el habla local de determinadas zonas norteñas, como Babia y Laciana. Vete tú a decirle a un indígena del Bajo Páramo o del Bierzo profundo que esa es su lengua materna; como mucho, admitirán alguna que otra palabra, no toda una gramática impostada y traída por los pelos.
Además, esto que se ha dado en llamar ‘lleunés’, según me parece a mí (filólogos, lingüistas y folcloristas habrá que me lo rebatan) tiene mucho que ver con el bable asturiano, por la confluencia de los territorios donde realmente se habla (o, quizá mejor dicho, se habló) con el vecino principado, lo mismo que el dialecto empleado en muchas zonas bercianas participa del gallego, y siendo esto así, ¿por qué no postular también ese habla galaica como idioma ‘cooficial’ del territorio legionense?
Aceptémoslo: el llamado ‘lleunés’ o ‘llionés’, si alguna vez fue empleado comúnmente fuera de las comarcas del norte a las que antes hacía referencia (cosa que dudo), ha desaparecido del mapa lingüístico, al menos en su aplicación coloquial, así que no empecemos la iglesia por la veleta. Antes de intentar torpemente normalizarlo, como se pretende con el tema de las intitulaciones callejeras, habrá que empezar por estudiar y definir claramente su etimología, su procedencia, su conveniencia, y finalmente ponerlo al alcance de los estudiosos y de aquellos curiosos a los que verdaderamente interese el asunto.
Sólo después de una probada y reconocida aceptación popular mayoritaria, que no creo palpable ni en estos momentos ni a medio plazo, podremos dedicarnos a renombrar placas, letreros e indicadores urbanos varios. Y por cierto, señores de la UPL, aunque no venga a cuento (o a lo mejor sí), ¿por qué no dedican ustedes sus esfuerzos a asuntos más perentorios y graves, léase el caso Vestas, la nefasta integración del tranvía, el millonario y deficiente asfaltado de Ordoño, etcétera, etcétera?».