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AL DÍA cARMEN TOMÁS
León

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L os avisos sobre la pérdida de impulso de la economía española comienzan a sucederse. Hace unos días, en esta misma columna ya alertamos de algunos indicadores económicos que empezaban a mostrar signos de ralentización. La creación de empleo en julio no fue tan fuerte, el consumo de energía cayó en junio, la actividad del sector servicios perdía fuelle, las exportaciones no aumentaban en la misma proporción que en periodos anteriores y la productividad cae. En definitiva, el PIB muestra signos de cansancio y parece que el tercer trimestre también perderá algunas de décimas. Claro que no son más que alarmas que, por cierto, empiezan a tomar cuerpo en las previsiones de la Ocde o la Airef. El viernes pasado se sumaba también el BCE y días atrás la Unión Europea.

La economía española ha hecho un gran esfuerzo de cambio en su modelo productivo. Miles de empresas se lanzaron y con éxito a los mercados exteriores y otros componentes del sector servicios, además del turismo, han tenido gran protagonismo. Sin embargo, a nadie se le escapa que durante algunos años, la economía española se ha beneficiado de los bajos tipos de interés, el precio del petróleo y los apoyos del BCE. Reformas como la del mercado laboral también han tenido un papel relevante. Y, ahora todo se puede venir al traste. De hecho, el petróleo está más de 20 dólares el barril más caro que hace apenas un año, el BCE va a retirar los estímulos y el precio del dinero se va a encarecer. Además, el Gobierno quiere reformar el mercado laboral, subir impuestos y gastar más poniendo en peligro la senda de reducción del déficit cuando la deuda de España está ya en el 100 por cien del PIB.

No hace falta echar muchas cuentas para darse cuenta de que las debilidades de la economía española van a aflorar de nuevo agravados por las restricciones al comercio, ahora Turquía, y los anuncios del Gobierno que, lejos de intentar mitigarlas, pueden afianzarlas y poner en peligro la recuperación. Quizás la mayoría de propuestas queden en nada. Pero, en muchos casos, el mero anuncio retrae la inversión y afectará al empleo. En sus manos y en las de sus socios está alejar ese peligro y estar alerta sobre los que no dependen de nosotros.