Diario de León
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Desorganización leonesa

Q uiero aprovechar este medio para comentar lo muy desorganizados que son los eventos culturales y sociales en León (y me da igual que sean gratis o de pago). Me refiero ahora al concierto de música sefardí programado para el día 2, y que según la reseña del Diario (31/7) era «con entrada libre hasta completar aforo».

Primero, y con todos los respetos al portero del Palacio del Conde Luna, quien nos quiso convencer a unas veinte personas que llegamos antes de las 21:00 de que ya no quedaban invitaciones, y ni siquiera se nos dio la opción de situarnos de pie al fondo de la sala o en los pasillos. No se puede poner un papel a mano en la puerta diciendo que invitaciones « a partir de las ocho», y verbalmente que dos horas antes. Ello da pie a pensar en prebendas y malos repartos de invitaciones entre funcionarios y allegados, que, aunque puedan no ser ciertas, uno es libre de aplicar el refrán: «piensa mal y acertarás».

Segundo: «aunque la cantante haya pedido un lugar emblemático», no se debe organizar tal evento de música incluso poco masiva —en León hay afición a todo tipo de músicas— en una sala tan pequeña cuando hay lugares con mayor aforo, y sin ir más lejos el Palacio de Exposiciones hubiera sido un lugar emblemático, en el que caben muchas más personas.

Tercero: Si como indicaba el funcionario citado, en la rueda de prensa para la presentación del acto se indicó perfectamente que había que recoger la invitaciones con antelación, no es de recibo que un medio tan respetable haya mutilado la información de esto tan importante.

Por favor, que los organizadores tomen en serio su labor, programen lugares adecuados con suficiente aforo para los posibles interesados, máxime cuando es el Ayuntamiento, y eviten ningunear al usuario (Por ej. los clubs deportivos Cultural y Ademar, que no dan al socio ni la hora de los partidos ni tienen la menor intención de favorecer su participación en las actividades).

Por cierto, en el concierto de hace un mes de la Orquesta de Castilla y León en la plaza Mayor, ocurrió una cosa similar, estaba el estrado vacío y, en los faldones, otras impresentables notas a mano indicando que el concierto estaba suspendido por causas metereológicas. El caso es que ni siquiera habrían salido de Valladolid, y luego en León no llovió aquel día.

Qué poca seriedad. Y si hay que poner la suspensión, hay que hacerla en papel oficinal con fecha, hora, sello y firma de quien ha tomado la decisión, vamos digo yo.

También, en el evento del record Guinness de la cecina, nadie se responsabilizó de la organización. ¿Qué hubiera ocurrido de darse un accidente o una avalancha? Es nadie, ni policía local ni nacional, ni de la supuesta organización tomó medidas para que la cola única que se hizo para pagar por el plato de cecina solidario, fuera en orden.

Por último, la salida de peregrinos por San Marcos-El Crucero es otra auténtica chapuza. Todos circulan por la acera aunque vayan en bicicleta o en caballo, y claro, al llegar a la acera de Trobajo, frente a las vías de Renfe, que es mínima, superestrecha, ya no caben más que ellos, y no los ciudadanos locales que vamos a pie.

¿Sería posible funcionarios y conciudadanos organizadores de cualquier cosa, que empecemos a mejorar en nuestros eventos y dejemos de darnos mala publicidad ante propios y forasteros?

juan josé robles sánchez

Marranos

L a UE ha multado a España con 12 millones de euros por la nula o deficiente depuración de las aguas residuales de, al menos, 17 localidades de más de 15.000 habitantes. Además, obliga a España a pagar 10.950.000 euros por cada semestre de retraso en la aplicación de las medidas para cumplir la sentencia condenatoria de 2011. Veinte años llevamos sin entender lo que es la directiva comunitaria marco del agua. Y, ahora, para que nos entre en la mollera, además de tener que pagar esta abultada multa, hemos quedado como unos cochinos ante nuestros socios comunitarios y ante el mundo. Gestos como la utilización de la ventanilla del coche como papelera; el wáter como sumidero de toallitas húmedas; la playa como cenicero; la acera como escupidera o atiborrar los pies de las barras de los bares de servilletas, palillos y huesos de aceitunas nos muestran que, salvo ejemplares excepciones, seguimos siendo, además de incívicos, unos marranos.

PEDRO SERRANO

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