EDITORIAL: Mayor esfuerzo económico y social para minimizar los daños del fuego

 Los siniestros relacionados con los incendios forestales son cada vez más frecuentes, más virulentos y más dañinos para el medio ambiente y su aprovechamiento. Baste recordar, a punto de cumplirse un año, el que desde entonces es el más importante sufrido en todo el país y que arrasó diez mil hectáreas de matorral y pastos en La Cabrera.

Es injusto que la sociedad en general se vea penalizada por los graves daños sobre el medio ambiente por la acción criminal de quienes están detrás del origen —al parecer una persona vinculada a la zona y por una disputa por la caza como causa en ese último caso—, pero lo es aún más que las consecuencias más duras las paguen de manera más directa los ganaderos, al borde de la ruina en esa gran área afectada y sin demasiadas atenciones después por parte de las administraciones.

Los incendios causan cada temporada auténticas catástrofes en los montes leoneses. Eso es tan cierto como que evitarlo precisa de la máxima atención por parte de la sociedad, colaborando y concienciando, y de las instituciones, incluso de los cuerpos policiales, vigilando, y judiciales, endureciendo las penas. Pero para frenar los incendios es necesario un mayor esfuerzo inversor, imprescindible para reducir e incluso minimizar ese derroche de recursos naturales de gran valor también económico.

Ese esfuerzo de las administraciones debe dirigirse también a los centros de investigación y sus proyectos de desarrollo tecnológico para prevenir los incendios, prever su comportamiento y sobre todo minimizar las devastadoras consecuencias. Los avances tecnológicos en este aspecto vienen siendo muy importantes en los últimos años, y la eficiencia de las herramientas disponibles tienen posibilidades todavía por explorar y por explotar.

La provincia tiene en sus montes uno de sus recursos autóctonos más interesantes. Es el territorio con más montes públicos del país, 577.000 hectáreas, y ese espacio verde creció un 17% en los últimos veinte años. Es necesario tomar conciencia de esa riqueza y plantar cara al fuego haciéndolo de verdad con todos los medios y la implicación de toda la sociedad.