El relumbrón de administrar
D os sucesos de diversa envergadura han coincidido en las noticias de actualidad, durante esta semana. Uno, ocurrido en España —el hundimiento de una pasarela— y, otra, en Italia, el resquebrajamiento de un viaducto, que lleva ya en sus consecuencias el terrible balance de casi 40 personas fallecidas.
El país y el ámbito es tan diferente como el efecto producido, pero mantienen un cierto parentesco en las causas: falta de inspección preventiva, descuido en el mantenimiento, etcétera.
A la Administración, a todas, gastar dinero en asuntos que no provocan aplausos, ni admiración, ni producen votos les produce pereza. Si un gobierno conserva las carreteras en buen estado, e invierte en su mantenimiento grandes sumas de dinero, el votante no lo va a notar, porque considera que el deber de las carreteras es que no se estropeen. Lo que sí puede acontecer ese que, ante la desidia, las carreteras comiencen a ofrecer grietas, baches, superficies quebradas —por no hablar de hundimientos— y eso, mira, que puede achacarse a las administraciones anteriores.
Habida cuenta de que tanto en Génova como en Vigo, tanto en Italia como en España, abundan más los políticos electoralistas que los que han llegado a la Política con sentido de servicio, resulta más atrayente contratar por el dinero que sea un conjunto musical de renombre que gastar diez veces más en mantener los viales adecuados para la carga que tienen que soportar.
El dinero que dejas de invertir en alcantarillado lo puedes gastar en acciones de mucho relumbre, y nadie se da cuenta hasta que se taponan los sifones, y las lluvias torrenciales dejan al descubierto la desidia de los componentes de la cofradía del Santo Oropel —dicho sea al estilo de Joaquín Sabina— que nunca esperaron que pudiera haber lluvias torrenciales que les pudieran mojar a ellos.
Es más atrayente hacer de Quijote Mediterráneo, y llamar a los refugiados del Aquarius , por muy lejos que estén, que mantener una vigilancia persistente y eficaz en las fronteras, porque ese día a día no causa admiración ni proporciona votos. El relumbrón ante todo, por que a los de la eficacia pocos les aplauden. Ni les votan.