Cosas del turismo

Sabemos perfectamente que el turismo es el recurso más importante del país, turismo de playa especialmente, con futuro si se cuida, si se atiende sobre todo a las advertencias que, conforme a cuanto dicen los expertos, se derivarán del cambio climático. Y, naturalmente, si el concepto de masificación no se enturbia con la teoría, cada vez más extendida y amenazante, del «todo vale». La sobresaturación está mostrando problemas añadidos que, por su novedad, exigen respuestas novedosas pero reflexivas. Y es que los recursos de captación y aprovechamiento están conduciendo a verdaderas guerras, aunque sean turísticas. Como España puede ejercer, ya que tiene razones más que suficientes, la diversificación —cultura, naturaleza, gastronomía, tradiciones…—, nunca estará de más el ejercicio del equilibrio, donde reside, sin duda, la perdurabilidad. El cansancio y el agotamiento de fórmulas es un signo de los tiempos que puede responder al principio silencioso de «pan para hoy y hambre para mañana».

Desciendo a ejemplos cercanos de los que incluso se han hecho eco medios de comunicación nacionales, desconozco si también de proyección internacional. Provincias como la nuestra, que no tiene otros recursos o son escasos los que existen, pueden encontrar en el turismo una alternativa, no definitiva pero sí complementaria, sin olvidar que vivimos tiempos de exigencia en que el engaño puede convertirse en una de las grandes debilidades. Verán. El Camino de Santiago, por pura herencia histórica, es uno de nuestros principales activos en este asunto. La denuncia de esos medios se sitúa en el tramo berciano. Ni siquiera recordar la apropiación de sus símbolos que condujo a consecuencias lamentables. En este caso, la histórica reincidencia parece en consonancia de la abundancia de pícaros que siempre poblaron el Camino. En esta ocasión la manipulación de los símbolos obedece a puros intereses personales, comerciales para ser más precisos: obligar a los peregrinos o viajeros a pasar por determinados hoteles y restaurantes, con el consiguiente desconcierto y, en no pocos casos, dificultades y confusión. Mal camino, abundante descrédito.

El turismo es uno de los signos más potentes de los tiempos que vivimos. Motivo de alegría, sin duda, a pesar de ciertos inconvenientes por los que atraviesa el sector. Nadie tiene derecho a maltratarlo con la mentira y el engaño, como hacen estos auténticos irresponsables.