Diario de León
Publicado por
EL MIRADOR Juan Carlos Viloria
León

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E n la xenofobia está el origen de históricas catástrofes humanitarias como las guerras de los Balcanes, las limpiezas étnicas, el apartheid en Sudáfrica, el genocidio de Ruanda o el antisemitismo que desembocó en el Holocausto. Así que pocas frivolidades a la hora de esgrimir contra el adversario político semejante afrenta. O de alarmar gratuitamente afirmando alegremente que determinadas fuerzas políticas se escoran hacia la xenofobia y la extrema derecha.

También se escucha con frívola insistencia que defender una determinada línea política para ordenar y controlar las migraciones puede «transformar» a la sociedad española en una sociedad racista. Hay una frontera política, conceptual, ideológica y social muy clara entre la xenofobia entendida como odio, rechazo, hostilidad hacia grupos étnicos diferentes y las políticas de ordenación de los flujos migratorios para facilitar su inserción laboral y social. Además, está la necesidad de prevenir la concentración en guetos donde el aislamiento ayuda a fomentar el rechazo.

Podemos hablar a día de hoy de diferentes enfoques sobre la gestión de los flujos migratorios pero en ningún caso de actitudes racistas o xenófobas de una parte de la sociedad española o de fuerzas políticas concretas. Como tampoco cabe hablar de xenofobia desde las posiciones más radicalmente independentistas del nacionalismo catalán. Sin embargo, también en este terreno cada vez es más frecuente, desde la divulgación de los tuits de Quim Torra, utilizar esta descalificación en la controversia política. El propio presidente Sánchez dijo que con Torra había llegado un racista al frente de la Generalitat. O Villacís de Ciudadanos que acaba de acusar al radical president de xenófobo que se quiere blanquear invitando a migrantes a Cataluña. Es absurdo. Porque el problema del president es que no puede ser xenófobo consigo mismo. La xenofobia requiere de un adversario diferente por razón de raza, religión, color de piel, cultura, origen geográfico. Así que por muchos tuits que en su día escribiera el president «contra» los españoles, es decir contra sí mismo, se le puede tachar de cualquier otra manera pero nunca de racista o xenófobo.

El día que cambie de raza, origen geográfico, religión, color de piel, nacionalidad, quizás. Pero hay que tener mucho cuidado con la manipulación de la historia, con las divisiones sociales artificiales o con la instrumentalización de la lengua y los intentos de descalificación de grupos sociales enteros o comunidades específicas. Porque la gestación del odio o el miedo al otro se apoyan en estereotipos, generalizaciones sin fundamento, rumores, incomprensión. Psicológicamente se ha definido la xenofobia como un «rasgo irracional del espíritu» que en un momento determinado se convierte en un fenómeno social. Ese momento determinado nadie sabe cuando se produce. Pero la historia demuestra que en sociedades muy civilizadas ha acabado produciéndose.

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