EDITORIAL | Una segunda revolución en el Páramo que no puede frenarse ni dilatarse
En los últimos tiempos se está acuñando un término para definir la puesta el día que están viviendo los regadíos. Se habla de la segunda revolución. Y probablemente sea acertado, porque si hace unas décadas la llegada del agua a territorios como el Páramo leonés lo cambió absolutamente todo, ahora las nuevas fórmulas de transporte y de uso del agua que se están habilitando generan unos variaciones fundamentales, que incluso afectan a los cultivos que se siembran.
Pero aún queda camino por recorrer y desde la Junta se expresó ayer con claridad, al demandar al Estado que no dé un paso atrás y se mantenga firme en las inversiones necesarias en la zona, que se cifran en casi 41 millones de euros. El presidente Juan Vicente Herrera demandó que se garanticen los regadíos y se posicionó claramente en favor de las balsas de La Rial y Los Morales que deben aportar el caudal necesario para que el río Órbigo alcance el equilibrio entre agua usada y demandada.
En el Páramo se está poniendo en marcha un quinto convenio de modernización de los riegos, con cuatro ya completados o en ejecución, que se han ajustado a una clara demanda social, que pasa por fomentar ese aprovechamiento máximo del agua, evitando las pérdidas tanto en el traslado como en los riegos descontrolados. El campo tiene que actualizarse y las instituciones están obligadas a impulsar las infraestructuras que se precisan.