Diario de León

SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS ?ARTURO PEREIRA?

¡No!, nada de nada

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E dith Piaf fue una mujer atormentada por una salud débil y por una vida sentimental accidentada. Aún así cantó al amor y a la vida con una pasión que la situó en la cumbre de las cantantes más reconocidas a nivel mundial. Su voz potente unida a un ritmo cadencioso hizo de canciones como: No, yo no me arrepiento de nada y La vida en rosa , himnos al amor y a la pasión por aferrarse al ansia de vivir, pero eso sí, siempre amando y sintiéndose amada.

Las letras de sus canciones emocionan porque tocan la sensibilidad más profunda del ser. Narran lo que a todos nos gustaría hacer si tuviésemos el valor suficiente para ello. ¿Quién en un momento dado no ha pensado dejarlo todo, absolutamente todo por el amor de su vida? Pero, Edith Piaf va más allá y además afirma que no lo lamenta, que el bien o el mal que le han hecho lo considera pagado, barrido y olvidado. Le importa un bledo su pasado, y no le importa porque comienza un nuevo amanecer junto a su amor.

Quema sus recuerdos, sus pasados amores los envía al olvido para comenzar una nueva vida. Hay que ser muy valiente para hacer una deconstrucción de toda una vida y apostar por un nuevo proyecto lleno de incertidumbre como lo está todo futuro.

En términos más coloquiales, se podría afirmar que Edith Piaf ha hecho un exorcismo de su vida sin recurrir nada más que a su fe en el amor que se le ofrece quizás como la última oportunidad de ser feliz. En momentos complicados como los actuales quizás debiéramos seguir su ejemplo, a falta de otros mejores y hacer un exorcismo de nuestro pasado reciente. Son demasiadas las incertidumbres que nos rodean debido la pérdida de un horizonte claro que aglutine voluntades y esfuerzos.

Quizás debiéramos centrarnos en lo realmente importante y desechar aquello que nos provoca zozobra y que no conduce a nada práctico. Las divisiones, enfrentamientos que se traducen en muros a la hora de anteponer el bien común a los intereses de la comunidad debieran ser amortizados, borrados al igual que hizo nuestra admirada cantante francesa.

Las cosas son mucho más simples de lo que nosotros pensamos. Todos sabemos lo que es bueno y lo que no es tan bueno para el conjunto de nuestra sociedad y también sabemos qué es lo prioritario. La educación es algo en lo que supongo que todos estaremos de acuerdo en que es fundamental para una sociedad estable y con posibilidades de desarrollo. Bien, pues no somos capaces de ponernos de acuerdo sobre el modelo educativo, y así con otros temas cruciales que llevamos dándole vueltas décadas.

Creo que nos sobra soberbia y nos falta humildad para hacer lo que Edith, y sobre todo nos falta el valor de reconocerlo. Quizás si buscáramos juntos un nuevo horizonte con unos objetivos un poco claros, no digo ya diáfanos, sólo algo claros, a todos nos iría un poco mejor.

Se ha asentado en nuestro pensamiento la idea de que vivimos momentos de incertidumbre moral unida a una incertidumbre económica y política, pero lo grave es que también se entiende que no hay una alternativa clara. Lo cierto es que no ayuda mucho la velocidad de vértigo en la que vivimos, quizás debiéramos frenar, pensar y decidir sobre nuestro futuro.

Quizás debiéramos apostar por un futuro incierto pero lleno de esperanza fundamentado en la fe en nosotros mismos. Para ello es necesario pensar más en la persona y menos en acumular posesiones materiales e inmateriales. Eso es lo que nos canta Edith Piaf.

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