La economía sumergida se enquista
Creció durante la larga crisis y no cede con el repunte económico. Quizá porque forma parte de una cultura difícil de erradicar. La economía sumergida es un fenómeno enquistado en la realidad económica, contra el que algunas asociaciones empresariales parecen decididas a actuar. Y para ello reclaman la colaboración de la Administración, encargada de controlar esta actividad ilegal pero que, según los empresarios, no siempre actúa con la contundencia deseable. Ello a pesar de que los planes de lucha contra estas actividades no declaradas han ocupado buena parte de los titulares políticos de Hacienda en los últimos años.
La Asociación de Talleres de Reparación de León ha decidido alzar la voz contra el crecimiento exponencial de chiringuitos ilegales que detectan en la provincia. En dos años, aseguran, se han duplicado, y llegan ya a 200 los talleres que ni declaran ni cotizan, ni ofrecen las necesarias garantías a los conductores. No es menos cierto que sus clientes forman una parte igual de importante y culpable de este negocio fraudulento: si no hubiera demanda de servicios «libres de impuestos», esta bolsa de fraude no tendría cabida.
Lo grave del caso es que los talleres clandestinos están perfectamente localizados, en las ubicaciones donde realizan su actividad, en los suministradores a los que acuden para adquirir piezas, en los centros de reciclaje en los que depositan los restos,... Un negocio ilegal que se desarrolla a la vista de todos y que actúa con impunidad porque, como denuncia la asociación empresarial, las actuaciones contra ellos se han relajado hasta lo inexplicable.