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León

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Desconcierto inicial por la contundencia de la comunicación de cierre y despidos, enfado por las formas de la empresa, y movilización sin precedentes para organizar una ofensiva política sin fisuras a todos los niveles. De repente, nadie quiere quedarse fuera de la foto de defensa de la factoría de Vestas en León. Lo que no se ha conseguido en dos meses de advertencias y protestas por parte de los trabajadores se ha superado con creces en un día. Hasta el presidente Pedro Sánchez se ha posicionado para liderar una unidad de acción que lleve un contundente grito a la dirección de la multinacional eólica en Dinamarca.

La duda es si este revuelo nacional tendrá los efectos prácticos deseados. La protesta coral se traslada también a la Unión Europea, justo donde el comité de empresa pretendía llegar cuando prácticamente no había respuestas a su agónica llamada (o sea, hasta hace dos días).

Un coro de exigencias y reproches salpicado también con advertencias por parte de los políticos: cambiar la decisión es «muy difícil», aseguran; y ponen sobre la mesa cuantas subvenciones y ayudas hagan falta para convencer a Vestas de que mantenga la actividad en Villadangos. Aunque la ministra de Industria ya matizó ayer que todo eso pasa por presentar un plan industrial viable.

Con todo, parece claro que ahora sí todos los mecanismos capaces de revertir la decisión de la multinacional están en marcha, y sin reservas. Al menos lograrán que la dirección de la eólica al más alto nivel dé la cara y justifique la decisión tomada. Tendrá que hacerlo ante el Gobierno de España, y eso es un motivo para la esperanza. Más de 2.000 empleos de la provincia confían esta gestión.