TRIBUNA
El psicoanálisis a escenario público
E s habitual en estos últimos tiempos encontrar entre los artículos de opinión de un diario trabajos que de alguna manera hagan referencia al psicoanálisis como modelo de pensamiento adaptado a variadas aplicaciones.
Reconozco que en este tema tengo una idea clásica, por no decir antigua, de resistirme a su popularización. No me cabe en la cabeza que se haya puesto «de moda», ¡poca fiabilidad tendría una disciplina que ya lleva ciento veinte años de vigencia si necesitara todo este tiempo para ser conocida! No puedo olvidar su nacimiento (del psicoanálisis) en la confidencialidad de una consulta médica privada y el mantenimiento de su ideario en círculos minoritarios que si bien amenazaban en condenarle a su desaparición o a quedar atrapado en agrupaciones elitistas y endogámicos (que hay que reconocer que lo fue en algunos tiempos), mantuvieron siempre la pureza tanto del pensamiento teórico como de su aplicación técnica.
Me resulta contradictorio que un ideario tan exigente con los principios de confidencialidad y de protección a la intimidad sobre las personas que circulan por sus vías, sea traído con tanta ligereza a las columnas de cualquier publicación. Sorprende más aún que una estructura tan compleja como es la Teoría Psicoanalítica o alguno de sus modelos teóricos nada fáciles para una exposición clara y completa, y sobre los que sigue vigente el aforismo de que «es más fácil hacerlo que explicarlo», se quiera manejar con aparente soltura y vulgarización sin menoscabo de aspectos esenciales de la misma. Ese es el precio que yo me temo que puede pagar esta disciplina por su exhibicionismo público.
Porque ¿qué se puede hablar del psicoanálisis? ¿De su teoría en su versión resumida o fragmentada? Es un intento casi utópico, por no decir imposible. ¿Tiene interés mostrar el psicoanálisis como posiblemente lo que es: un método de observación-investigación del aparato psíquico humano? Dudo que planteado así, como aventura del conocimiento, tenga interés parea un mundo como el actual que se desenvuelve entre la praxis de lo utilitario y el goce de la acción.
Bien es verdad que la teoría psicoanalítica se ha utilizado para dar significado y comprensión a muchos acontecimientos socio-culturales: historia, arte, movimientos sociales, etc., y que resulta difícil encontrar en el día de hoy cualquier acontecimiento que no tenga este punto de vista sobreañadido. Estamos hablando entonces de un Psicoanálisis Aplicado que desarrolla una visión focal y parcial a una determinada materia dentro de sus múltiples y posibles perspectivas. Pero aquí surge la dificultad de cómo transpolar lo que conocemos a nivel de fantasía en una neurosis individual a una situación colectiva e impregnada de factores realistas externos. Es evidente que se ha intentado, y que el mismo Freud intentó esta fórmula en alguno de sus trabajos-ensayos socio-culturales. (Particularmente en el Moisés y la Religión Monoteísta su trabajo se asienta sobre el papel del «Padre Primitivo» como figura central de su desarrollo. Pero hay mucha «distancia elaborativa», muchas transformaciones desde los deseos inconscientes y las fantasías primarias a los productos finales ya sean sublimatorios o formando la base de un proceso de identificación).
No, no es fácil hablar específicamente de «lo Psicoanalítico» sin traicionar sus principios. Tal vez habrá que empezar a pensar que no es objeto de divulgación. Y la historia, su historia, parece que va a favor de seguir manteniéndolo en lo posible dentro de esa privacidad en la que se ha desarrollado siempre. Ya Freud lo intentó en sus conferencias en la Universidad Americana de Clarke. Le resultó difícil y de resultados problemáticos: No saben que les traemos la peste, comentó irónicamente a Jung su acompañante en aquella experiencia divulgativa.
El pragmatismo de la Escuela americana en su intento de hacer práctico, popularizar, maltraducir y poner al alcance de todos algunas ideas psicoanalíticas trajo consigo una visión un tanto parcial de la No Represión y de una mayor libertad de búsqueda de objeto a la pulsión sexual. El resultado, aparte de la preparación a una posterior revolución sexual del cuerpo femenino, paso previo a la universal emancipación de la mujer e igualdad de género (movimiento no estudiado demasiado bien todavía y sustituido en nuestro país por la toma de cuotas de poder o de imagen), fue la confusión del psicoanálisis con una sexología de logros, y la producción de algunas generaciones de jóvenes maleducados que tuvimos que soportar en Europa durante varias décadas. No pudieron vulgarizar el tema sin corromperlo ni respetar su esencia. (por supuesto no incluyo en esta evolución popular la Escuela americana de la «Psicología del Yo» que ha enriquecido el eje central del Psicoanálisis)
Me he encontrado una Tribuna del Diario con el título Del Complejo de Edipo al Complejo Paterno . No puedo no estar de acuerdo con el autor respecto al carácter estructurante que tiene el Complejo de Edipo para el desarrollo psicológico del individuo de nuestra cultura occidental, ni tampoco de las consecuencias de una sobre-identificación con la figura paterna de un Edipo Precoz para el desarrollo del carácter y personalidad posteriores.
Pero esto, que es evidente en un desarrollo del individuo, tal vez no pueda aplicarse de una manera tan literal a la comprensión del funcionamiento de un colectivo humano, de un Grupo en la Tarea de organización del Poder Político. Ya Freud en su trabajo-guía de Psicoanálisis de las masas y análisis del yo hablaba de la co-existencia en nuestro aparato mental de una «psicología individual» y de «una psicología grupal o gregaria» de dinámicas distintas que se podían poner en marcha en cualquiera de nosotros influidos por el entorno más o menos presionante (no olvidemos que a él le tocó vivir, y sufrir, en su propia carne el «enviroma» de la expansión de la Alemania nazi). Una Psicología Grupal que tiene sus reglas y dinámicas inconscientes propias, de las que ya él dejó anotadas algunas como los procesos de la identificación grupal con el «otro». Posteriormente, y en la más ortodoxia psicoanalítica, se han ampliado conceptos y modelos teóricos nuevos (trabajos de Bion, Foulkes o Anzieu entre otros), que van completando una Teoría Psicoanalítica sobre las conductas de los grupos humanos.
Desde los trabajos de Elliot Jacques y sobre todo de Isabel Menzies, se acepta que no hay organización humana que no esté influida por factores conscientes y por factores inconscientes entrelazados. Es por eso que cualquier colectivo u organización humana tiene un vértice de estudio y comprensión psicoanalítica (es decir Inconsciente) aplicable.
Pienso que el autor del artículo, en su intento de aplicar las vicisitudes evolutivas del Complejo de Edipo y la identificación paterna desde una dinámica individual, a la comprensión de la política catalana no ha sido muy afortunado, y se ha ido deslizando sin querer hacia un final fratricida con la extraña mezcolanza de «Tótem y Tabú» y las historias de las «sucesiones visigóticas» que no creo que sean aplicables al caso.
Por supuesto que el complejo triangular edípico es transportable como modelo al análisis de las Organizaciones; solo que en este caso, los tres elementos que estamos acostumbrados a manejar se alejan de la imaginería habitual (padre, madre, hijo) y se trasforman en funciones que llevan su carga de fantasía inconsciente: Estructura de la organización, Individuo y el Objetivo o Tarea de la misma. Esta transformación de los elementos en juego ofrece más perspectivas de comprensión.
No olvidemos nunca que lo psicoanalítico es el análisis de lo inconsciente, no el modelo que se aplica a ese análisis. Pero cada situación, tiene una comprensión particular y diferenciada en el ambiente y en el tiempo. Hasta nuestros mitos clínicos cambian. Hoy, en nuestra clínica, apenas vemos «edipos» (¡Ah! qué «buenos» tiempos aquellos de neurosis estructuradas); llegó luego Hamlet que también fue superado a velocidad de vértigo; ahora nos las tenemos que ver con «narcisos»; ¿qué vendrá después? Sea lo que venga sabemos que el psicoanálisis tratará de pensarlo.
No estoy en contra de la publicación de artículos donde se incluyan ideas psicoanalíticas. La experiencia me aleja de mi posición inicial rechazante. Creo que pueden eliminar ciertos prejuicios que han caído sobre él, pero siempre que se usen conceptos claros, comprensibles y pertinentes. No tenemos ningún derecho —por respeto a su historia— a ofrecer una idea no comprensible, inadecuada o extravagante de su ideario.
En lo que sigo sin creer es en el interés mayoritario del Pensamiento Psicoanalítico, por eso me resisto a su popularización vulgarizante. Fundamentalmente por eso: porque es una Teoría y un Modo de Pensamiento; porque pensar es doloroso, y porque el hombre es un ente «fabricado» para escaparse del dolor.