AL TRASLUZ
A las seis de la mañanina
Europa quiere que aprovechemos más y mejor la luz del día. Nada que objetar. Esta columna está siendo escrita a las 5,25 de la madrugada. Y no es broma ni farol, pero tampoco voy a llamar a un notario para que dé fe de ello. Tendrá usted que creerme. Soy de los que despierta a los gallos. La Comisión Europea quiere que nos acostemos antes y nos levantemos más temprano. Kiko Rivera habrá dado un respingo. «Quillo, tú lo que quieres es que me coma el tigre», habrá exclamado. Él trabaja la noche. A mí desde luego, si me come no me habrá pillado en pijama. Me gusta tempranear. Todos los días, entre las 5 y las 7 de la mañana, tampoco lo fuerzo, estoy ya sentado ante el teclado, disciplina prusiana que inventó el doctor Marañón para, además de atender tanto a sus pacientes como a sus lectores, salir casi a un prólogo semanal a los amigos y demás persistentes. Ahora bien, a eso de las diez de la noche ya no soy persona, sino un bostezo con piernas. Mis compañeros de la redacción de Lucas de Tuy recordarán que cuando éramos mozos salíamos los viernes a hacer vidilla noctámbula y este servidor a eso de las 10,30 empezaba a dar tumbos erráticos. «Asombroso, si solo bebe butano», repetía Javier Tascón, responsable de Provincia. Y fue entonces cuando les conté lo del puño invisible que me noquea. Una vez entendido, Luis el maquetas decía «Habrá que retirarse, que a Eduardín le está golpeando el puño». Y sigue noqueándome. De niño no llegaba a que la familia Telerín me cantase aquello de «Vamos a la cama/ que hay que descansar…», ya había caído noqueado por el puño. ¿Soy seta por ello No, de biorritmos madrugadores. A mí Merkell me cita a la seis de la mañana en su despacho y no llego tarde, me da tiempo hasta a comprarle unas flores.
Es más, si me dan un casco y tamboril me comprometo a recorrer las calles de León despertando a la ciudadanía. Monto un estruendo que a las 6 de la mañana están todos ustedes duchados y desayunados, incluido Genarín. Como alguno habrá que me pegue, que se me pague antes el servicio.
Hay que aprovechar más la luz solar. El horario de verano ha muerto, hiberne en paz. Paisanos y paisanas: a quien madruga, Dios le ayuda. Y la boca le bosteza, eso —ay— también.