Para Pedro Sánchez, el fin justifica los medios

P edro Sánchez llegó al gobierno hace unos tres meses mediante una moción de censura en el Congreso de los Diputados que tenía dos únicos objetivos: «sacar» al Partido Popular del Gobierno de España y conseguir que Pedro Sánchez, que no sólo no había ganado nunca unas elecciones si no que había llevado al PSOE a los peores resultados de su historia, se convirtiese en presidente del Gobierno de España  a cualquier precio.

La moción de censura triunfó con el apoyo a Sánchez de los partidos populistas, radicales e independentistas y, claro, eso tiene un peaje, unas condiciones que tiene que cumplir porque menudos son sus compañeros de viaje, como para dar algo gratis.

Y en eso estamos, porque ahora, como hemos podido comprobar, pese al largo tiempo que lleva de vacaciones, hemos comprobado, como digo, que se lo están empezando a cobrar, porque conocen perfectamente su absoluta minoría parlamentaria de 84 diputados socialistas y, sobre todo, conocen las ganas infinitas que tiene de mantenerse en La Moncloa a cualquier precio.

Para Sánchez, todo vale con tal de seguir viviendo en el Palacio de La Moncloa.

Por el apoyo de los independentistas, ha roto el pacto de los partidos constitucionalistas,con un supuesto dialogo «sin limitaciones» que lo que pretende es realizar una negociación con concesiones mutuas entre los representantes del Estado español y los de la comunidad autónoma catalana. El problema es que Pedro Sánchez intenta hacer ver que la relación entre el Gobierno de la nación y Cataluña se ha normalizado, mientras Torra, convertido en marioneta de Puigdemont, demuestra una total falta de respeto a los que no simpatizan con el independentismo catalán y mantiene el objetivo último de lograr una república catalana.

La tibia respuesta del Gobierno ante los ataques, verbales por el momento, al Estado español por parte de Torra y la más reciente falta de contundencia y vacilaciones sobre la defensa internacional del Juez Llanera, son muestras de que esa supuesta normalización es un espejismo.

El apoyo del nacionalismo vasco, cuya deslealtad institucional ha quedado de manifiesto votando a favor de la moción de censura, cinco minutos después de haber acordado con el Gobierno de Mariano Rajoy los presupuestos de 2018, no se traduce solamente en conseguir los mayores réditos económicos para el País Vasco, algo que entendería como legitimo en cualquier negociación, si no que se ha puesto sobre la mesa otro elemento a negociar, que es el acercamiento al País Vasco de los presos etarras, algo que las principales asociaciones de víctimas del terrorismo han rechazado abiertamente.

Y qué decir del apoyo de los populistas y radicales de extrema izquierda de Podemos.

Recuerden las palabras de su hiperlíder Pablo Iglesias: «El precio para que yo apoyara un terrible acuerdo con los reformistas traidores pro-troika del PSOE, sería que pusieran en nuestras manos una televisión». Pues ya la tienen con RTVE, donde están realizando una purga de profesionales sin precedentes.

Ahora el acuerdo no debe ser tan terrible, ni el PSOE deben de ser traidor, ni pro-troika (aunque la jefa de los famosos hombres de negro era la actual ministra socialista de Economía, Sra. Calviño), Iglesias ya tiene su juguete para marcar la línea editorial que considere, utilizando el criterio político para la designación de profesionales y ya puede quitar hasta la misa de la programación de Televisión Española.

Pero además para apoyar su senda de déficit público, con una subida de impuestos, directos o indirectos, le propone al PSOE el «constitucionalista» de Echenique modificar la Ley de Estabilidad Presupuestaria, eliminar el artículo 15 de la misma, eliminando así la capacidad de veto del Senado porque según él, «la mayoría absoluta del Partido Popular es espuria».

Pero claro, luego la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, otra experta constitucionalista, le compra el relato y dice sin sonrojarse que «es antidemocrático que el Senado tenga poder de veto sobre una decisión que ha adoptado el Congreso, que es donde reside la soberanía nacional de este país».

Sra. Lastra, no la criticaré por su curriculum, aunque alguno se refiere a ud. como la ni ni del Congreso, pero sí porque después de toda una vida en política, no se haya leído ni siquiera el artículo 1 de la Constitución Española, no el 43, el 1, al principio.

Pero claro, si luego la vicepresidenta Carmen Calvo, sí aquella que nos dejó perlas como lo que «el dinero público no es de nadie» o «yo fui cocinera antes que fraila» dice en rueda de prensa que le parece bien, que lo importante es la senda del gasto, no importando el tramite y los pasos del los tramites, pues apaga y vámonos.

Este es el más puro estilo bolivariano, régimen político de referencia, no me gustan los resultados de las urnas y cambio las reglas del juego. Por cierto, no sé qué pensarán los Senadores socialistas y podemitas de que se intente saltar al Senado y que además no representen la soberanía nacional, en fin.

Estas son unas pinceladas del precio que debemos pagar los españoles porque Pedro Sánchez se mantenga en La Moncloa y pueda disfrutar de sus helicópteros, sus aviones, de Doñana, de la Finca de los Quintos de Mora… eso sí, gobernar, lo que es gobernar , poco, a golpe de Real Decreto y mayormente rectificando.

En definitiva, el presidente Sánchez hará todo lo posible para disfrutar de La Moncloa y, en mi opinión, para él, el fin justica los medios , con lo que es muy posible que se agote la actual legislatura. O no?