TRIBUNA
Superbacterias, el ‘mito de la caverna’
L as bacterias multirresistentes causan anualmente la muerte a más de 35.000 personas en nuestro país. El uso inadecuado y continuo de medicamentos en humanos y animales ha aumentado la tolerancia de estos microorganismos a los antibióticos.
Una amenaza que pone en jaque a médicos y autoridades, y que se plantea como un problema de magnitud mundial.
Hace apenas doce mil años, el Hombre abandonó las cavernas para iniciar un viaje hacia una nueva era, en la que la ganadería y la agricultura le proporcionarían un estilo de vida distinto al conocido hasta entonces.
Un periodo crucial para los humanos y sus huéspedes, las bacterias.
Estamos compuestos en un 90% por estos microorganismos, en su mayor parte beneficiosos, pero, en ocasiones, patógenos capaces de producir enfermedades e incluso la muerte. Esta situación ha forzado a la búsqueda de nuevas vías que permitan luchar, de forma eficaz, contra la que ya es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la epidemia del futuro.
Sin embargo, la solución a este problema de salud global podría encontrarse bajo nuestros pies, en las cuevas.
La provincia de León posee un gran número de ellas, gracias a la naturaleza calcárea de toda la zona norte; la disolución que produce el agua de lluvia sobre la roca ha labrado simas, pozos y galerías por donde circula, dando lugar a cavidades que pueden alcanzar varios kilómetros de longitud.
Este es el caso de la cueva de Valporquero, bautizada como la ‘Capilla Sixtina’ leonesa.
Espacios aislados, húmedos, sin luz y apenas alimento, constituyen un entorno adecuado para aumentar y fortalecer la resistencia de las bacterias.
Estas son responsables de la formación de «biofilms», tapices bacterianos que destacan sobre las paredes y techos, gracias a los vistosos colores que denotan su presencia.
La naturaleza caprichosa de estos microorganismos les obliga a una supervivencia constante ante la falta de alimento para generar energía que las mantenga activas. En este devenir por la vida, la ocupación del espacio vital es prioritario, por lo que toda bacteria se protege generando compuestos tóxicos para sus vecinas, con las que compiten por el espacio. Estamos ante la generación espontánea de un antibiótico.
Este hallazgo en las cuevas permite a los investigadores trabajar en el laboratorio contra bacterias causantes de algunas infecciones como los estreptococos. Pero su uso va mucho más allá, cremas y otros medicamentos pueden beneficiarse de las toxinas producidas por estos microorganismos, siendo de un enorme interés para las compañías cosméticas y farmacéuticas.
Parece razonable pensar, por tanto, la importancia de preservar estos lugares singulares, de excepcional belleza y que vieron nacer el arte, el fuego y probablemente el lenguaje. Lugares donde la cultura supera lo que el ojo humano alcanza, testigos de un mundo cargado de oportunidades y amenazas, donde la vida reside en una pequeña colonia. ¿Estamos preparados para volver a la caverna?