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León

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Las aceras

de Arco de Ánimas

S oy vecina de la calle Arco de Ánimas, que lleva padeciendo desde tiempo inmemorial el despropósito de las aceras de esta calle. Sucede que la acera de los pares, la de la derecha accediendo por Las Palomas, resulta en extremo reducida al confluir con Independencia y ser retenido el tránsito peatonal por el semáforo. En la esquina se concentra el gentío de forma casi similar al del cruce de Independencia/Santo Domingo/Ordoño. Si bien en este cruce el desahogo parece tener muy compleja solución, mientras que en Arco de Ánimas es sencillísimo. ampliación de la acera de los pares a costa de la acera de los impares, mucho más amplia y con menos tránsito de peatones.

Y que soportaría mejor el enorme contenedor que actualmente casi tapona la estrecha acera de los pares (que por cierto desprende un fétido olor).

Todo ello al margen de otra posibilidad a estudiar y que a simple vista parece clara y que sería suprimir uno de los dos excesivos carriles actuales para vehículos. Beneficiar a la acera, al peatón, sin perjudicar al tráfico que pensamos que tiene más que suficiente con un solo carril.

Planteamientos que hago llegar respetuosamente, y con el ánimo más constructivo y de ciudadanía, al Excelentísimo Ayuntamiento de León, a la espera de ser tomado en consideración en alguna medida. Con mi reconocimiento anticipado.

PILAR LÓPEZ

III Guerra Mundial

L as bajas entre la población civil son cuantiosas. Entre sollozos, contaba un camarada cómo cayó su hijo, que ya deambula como espectro asido al móvil. Uno más. En la III Guerra Mundial ya no se lucha por ocupar territorio, sino tiempo. Se combate llenando la agenda de actividades, con el afán ilusorio de dejar el menor espacio posible a las pantallas, pero sibilinamente la legión del plasma se infiltra en los ratos muertos e inocula el veneno aislante, que pronto demandará hiperconectividad, información continua y entretenimiento virtual. Mimetizados, luchamos desde la resistencia, evitando significarnos. El silencio delata, así que, disimulando, escribo esta desesperada crónica desde una posición tomada al enemigo.

SANTIAGO ARAGÓN