EDITORIAL | Exigencia unánime sobre Vestas
León saldrá hoy a la calle para defender su futuro. Con Vestas está en juego la forma de vida de varios cientos de familias, de miles de personas si se tiene en cuenta que hay más de treinta empresas que se verán afectadas directamente por la clausura anunciada para la factoría de la compañía eólica. Todos los partidos y sindicatos se han unido a la reivindicación liderada por los trabajadores para que la empresa no se vaya y para que las instituciones hagan todo lo posible para conseguir evitar el traumático cierre, como se ha logrado en otros territorios cuando ha existido verdadero interés.
La respuesta dada desde el Gobierno, y en concreto desde los ministerios de Industria y Transición Ecológica, ha sido decepcionante. Con un problema tan grave como el que plantea Vestas no es momento para batallas políticas. Un Ejecutivo nacional debe tener más recursos a la hora de entablar negociaciones con una multinacional. Y además con una empresa que ha cobrado jugosas subvenciones de dinero público, que deben estar muy presentes en todo el proceso, porque el sistema está pervertido si existe impunidad para despedir tras aprovecharse de todos nosotros de un modo tan evidente.
La manifestación de hoy debería atraer el interés y la presencia de toda la sociedad leonesa. El conflicto de Vestas se ha conseguido abrir un hueco poco a poco en la agenda de asuntos con relevancia nacional, algo que resulta imprescindible para decantar el interés de las administraciones públicas y conseguir que se pongan a buscar soluciones. Una afluencia masiva de personas servirá para que la voz de León se deje oír con rotundidad, porque en juego está algo más que la factoría de Villadangos del Páramo, está el futuro de una provincia que presenta serios problemas de sostenibilidad después de que la crisis minera y la reestructuración agraria hayan puesto en jaque sus pilares fundamentales.
Los avisos lanzados en su día por los trabajadores de Vestas tardaron demasiado tiempo en ser escuchados por partidos y sindicatos. Quizá se haya perdido un tiempo precioso.
Lo mismo podría decirse de toda la sociedad leonesa, porque hoy probablemente se juega una de sus últimas bazas para conseguir recuperar ese terreno que ha ido cediendo en las últimas décadas, con la pérdida de población, riqueza, empleo y potencial económico.
La exigencia, que parece compartida por todos, sobre que León se merece algo mejor debe dejarse oír esta tarde. Los lamentos son estériles. Las críticas cruzadas son un insulto a quienes pugnan cada día por labrarse un futuro sin emigrar. Toda la provincia tiene la necesidad de unirse para reivindicar más atención de las instituciones hacia sus problemas.