Diario de León

SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS ?ARTURO PEREIRA?

La dictadura de la simpleza

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C ontrariamente a la creencia generalizada y verbalizada por la inmensa mayoría de nosotros de que el mundo y la vida es muy complicada, considero que se puede afirmar que estamos inmersos en un mundo y vida que distan mucho de la intensidad y atractivo de otras épocas.

Lógicamente este pensamiento no pretende erigirse en dogma, simplemente pretende que el lector, si lo estima oportuno, dedique un poco de su tiempo a reflexionar sobre ello. Pasaré a exponer mis reflexiones al respecto.

Hoy en día nadie habla, pero lo que considero que es peor, ni siquiera se piensa, sueña con realizar cosas grandes, épicas. Gastamos, o más bien malgastamos, nuestras vidas en reaccionar ante los acontecimientos que nos vienen predeterminados. Simplemente, el modo de vida actual esta predeterminado y encarrilado dentro de una sucesiva cadena de acciones y reacciones que no dejan margen alguno para la capacidad natural del ser humano para soñar.

Soñar es distinto de dormir, muy distinto, y creo que estamos dormidos, aletargados. Pasamos por nuestras vidas como meros espectadores más que como protagonistas, y sólo determinados golpes duros nos hacen tomar conciencia que somos los usufructuarios de unas vidas a las que no le estamos sacando todo el provecho que pudiéramos.

Pocas efemérides se podrán contar de nuestros días en el futuro más allá de los desarrollos tecnológicos y gestas deportivas. Y la culpa es sólo nuestra, nadie es capaz de trasmitir ilusión colectiva, de vincular voluntades en un proyecto de gran envergadura aunque pueda parecer una locura. Pero, es que las grandes gestas de la humanidad fueron realizadas por aquellos que se consideraron locos e incluso muchos las pagaron con sus vidas.

Ahora tenemos miedo de perder nuestro pequeño mundo de confort y no nos arriesgamos ni siquiera a decir lo más mínimo que pudiera parecer disonante con el ideario mayoritario. Esto, también tiene sus problemas porque es difícil que este ideario se pueda identificar ya que es más voluble que la gaseosa estando sometido a cambios permanentes en función de intereses prácticos.

¿No queda nada apasionante por descubrir? ¿No hay más que hacer que vivir la vida a través de las televisiones, de un trabajo que la inmensa mayoría de las personas no disfruta, o de una espera ilusionada para que llegue el fin de semana?

Personalmente tengo mis respuestas, pero permítaseme la licencia de no exponerlas para que el lector encuentre las suyas propias. Lo que sí digo es que la simpleza conduce a la nada, a la falta de ilusión y también a una falta de eficiencia. Digo esto último porque el soñar con grandes logros no está reñido con la practicidad, al contrario, van de la mano.

Si soñamos con un mundo sin racismo lograremos un mundo sin racismo, si soñamos un mundo si pobreza, lograremos un mundo sin pobreza. si soñamos que queremos ser mejores en nuestro trabajo, lo seremos. Pero, no conseguiremos nada de esto si no elevamos nuestras aspiraciones más allá de lo cotidiano, repetitivo, y por qué no decirlo, del sin fin de vulgaridades que nos rodean. Y considero por ejemplo una vulgaridad creerse o utilizar todo lo que se publica en las redes sociales para dirigir odio hacia las personas, no importa quienes sean estas.

Cada vez son menos las personas de convicciones firmes, auténticas, que no naveguen según sople el viento y esto es un grave problema. Lo simple, lo fácil, lo fatuo está llenando nuestras vidas.

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