El clamor de la España vacía
E n víspera de la Diada catalana seis presidentes de otras tantas comunidades autónomas se reunían ayer en Zaragoza para alzar su voz ante la problemática común que aqueja a sus respectivos territorios. No se trataba de ninguna reacción ante el desafío independentista, que obviamente todos rechazan de plano, ni tampoco de plantear un pulso político al actual gobierno (de hecho, tres de los seis presidentes son socialistas).
Ocurre simplemente que Castilla y León, Galicia, Asturias, Aragón, Rioja y Castilla-La Mancha se consideran perjudicadas por el actual sistema de financiación autonómica, manifiestamente deficitario para atender los servicios públicos esenciales que están obligados a prestar. Un déficit estructural que tiene su origen en el encarecimiento derivado de la dispersión y el envejecimiento de la población, factores agudizados por el desplome demográfico del Noroeste peninsular y la España interior, exponentes de la doliente ‘España vacía’ retratada por el escritor Sergio del Molino.
No se pide otra cosa que actualizar un sistema de financiación cuya revisión acumula ya varios años de retraso. Con la excusa de la crisis, el Gobierno Rajoy fue dando largas al asunto y, pese a disponer del dictamen de una comisión de expertos constituida ‘ah hoc’, nunca se decidió a abordar el problema. Y tampoco cumplió su compromiso de presentar la Estrategia Nacional sobre el Reto Demográfico, que, según acuerdo de la Conferencia de Presidentes, debía de haber estado lista antes a finales de 2017.
La reunión de ayer en Zaragoza es continuación de la celebrada el pasado febrero en León, en la que los presidentes de Castilla y León, Galicia, Asturias y Aragón clamaron ante el doble problema de la financiación y la despoblación. La diferencia es que ahora gobierna Pedro Sánchez y que al grupo se han sumado Castilla-La Mancha y la Rioja. Pero no parece que nada vaya a cambiar a corto plazo.
Argumentando que no da tiempo para afrontar una negociación multilateral tan compleja, Sánchez ha dejado aparcado el asunto de la financiación autonómica. Pero es inevitable sospechar que ha querido reservarse las manos libres para agotar su vano intento de alcanzar un pacto unilateral que desactive la deriva soberanista catalana. Y en cuanto a la Estrategia sobre el Reto Demográfico, se ha nombrado a una nueva responsable sin comprometer siquiera ningún nuevo plazo. Es evidente que la España vacía —desprotegida además ante deslocalizaciones tan salvajes como la de Vestas— no figura entre las actuales prioridades de la política española. Veremos si la cumbre de Zaragoza consigue al menos incluirla en la agenda.