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aquí y ahora JOSÉ MARÍA CALLEJA
León

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H emos desgastado tanto por el uso abusivo el calificativo «histórico», que resulta que cuando es pertinente emplearlo lo sentimos fatigado, carente de su significado primigenio. Por eso, sí, hoy podemos decir que la aprobación por el Congreso de los Diputados del decreto ley que permite exhumar a Franco de su actual lugar entronizado, es como mínimo, inédito en la historia reciente de España; por lo tanto, histórico. Noticia, vaya.

Después de 40 años de fructífera y ejemplar Constitución, después del periodo más largo de democracia en la España que conocemos los vivos, después de, pongamos, 30 años que han sido una revolución en el bienestar, en las libertades, en el orgullo razonable por las cosas buenas de España, podemos decir que a Franco le queda poco, dos telediarios, para salir de su inexplicable lugar de privilegio. Por fin. Hay un caudal de emociones, una sensación de reparación, de justicia, por parte de muchos españoles que a los cuarenta años de dictadura, le sumaron décadas de oprobio al ver a un dictador fuera de su sitio. Está muy claro, que el PP y Ciudadanos son dos partidos democráticos. Lo digo porque hay quien se pone estupendo y les saca del tablero democrático y dice, sectariamente, que por ser de derechas, o de centro, son ‘fachas’. No, son dos partidos democráticos, y en el caso del PP vasco, con una bagaje de víctimas provocadas por el terrorismo nacionalista. Un partido compuesto por gentes que lucharon por la libertad, sin otra ventaja que la de estar en primera fila para que les volaran la cabeza. En el caso de Cs, con una resistencia ejemplar contra el nacionalismo obligatorio en Cataluña, ese que tiene olores excluyentes, cuenta con una trayectoria bien reciente y democrática. Por eso no entiendo que el PP y Ciudadanos se hayan abstenido en la votación para sacar al dictador de Cuelgamuros. Como tantas otras veces en cuestiones trascendentales, no se trata de votos, supuestos o reales, se trata de hacer lo que es pertinentemente democrático hacer. Y eso se traduce en que hay que sacar al dictador Franco de su lugar preferente, allí, al lado de las víctimas que no lo hubieran sido de no haber dado él un golpe de Estado.

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