EDITORIAL | Esperanza frustrada en una tarde de nervios y de desmentidos
El futuro de Vestas sigue siendo muy negro. El anuncio del Gobierno central a través de dos ministerios de que existía un principio de acuerdo para salvar la factoría devolvió ayer las esperanzas a los trabajadores, a sus familias y en general a la sociedad leonesa. Pero la confusión fue ganando terreno a medida que avanzaba la tarde sin más novedades sobre lo que estaba ocurriendo en el Ministerio de Industria. Pasadas las nueve de la noche llegó el mazazo. Lo que se había previsto que sería un pacto para salvar la factoría de la multinacional danesa con algún tipo de acuerdo promovido y avalado por el Ejecutivo central se transformó en una pugna de desmentidos, porque los sindicatos exhibieron que sabían bastante mejor lo que estaba sobre la mesa con respecto a un Gobierno que dio por bueno lo que decía Vestas sin pararse a informarse suficientemente.
En el plano positivo existe un dato innegable. Hay diálogo. Hay esperanza. Tibia. Al menos esa confusión sobre lo que está ocurriendo sí anima la posibilidad de que se llegue a algún tipo de acuerdo útil. Pero lo avanzado hasta el momento es nada, porque esos compromisos de recolocaciones y de que la planta de Villadangos del Páramo no se derribará para aguardar un hipotético inversor futuro es como no decir nada.
La clave de la crisis de Vestas está en el mantenimiento del empleo —que pasa por la retirada del ERE de extinción para la totalidad de la plantilla— y porque la factoría siga teniendo actividad industrial. A estas alturas, y con los precedentes que existen en la provincia sobre cierres de empresas con promesas de compensaciones y alternativas, parece razonable la incredulidad.
El problema de Vestas sigue abierto. Y existe posibilidad de diálogo. Gobierno y Junta deben realizar un esfuerzo continuado para no romper la negociación. Cuando se generan problemas reales es cuando la audacia es imprescindible en quienes ocupan los cargos de responsabilidad política. El fallo quizá llegó ayer a los ministerios de Industria y para la Transición Energética al creerse capaces de lograr un éxito fácil. Se rozó el ridículo y se ha dejado en una complicada situación al PSOE leonés. Alguien cometió un error de precipitación y provocó daño, a quienes tanto están sufriendo, al generarles una esperanza que no era tal. Ahora toca volver al punto cero. La retirada del ERE es el primer paso a conseguir para poder hablar de éxito sin más torpezas.