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SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS ?ARTURO PEREIRA?

El Bierzo desde Friedrich

Publicado por
León

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E l viajero que llega a Ponferrada bajando el Montearenas se encuentra de repente con un muro artístico formado por los Montes Aquilianos. Espectacular visión que para aquellos que vivimos un destierro durante años, nos devolvía la sensación de toparnos con nuestra tierra tras una llanura infinita y opuesta a tanto relieve lleno de tonalidades.

Los Aquilianos siempre me han recordado la obra del pintor romántico alemán Friedrich en la que recogió toda la fuerza y energía de la naturaleza del monte Watzmann, situado en los alrededores de Salzburgo. Energía y fuerza que se puede sentir si se tiene el sosiego de mirar, aunque sea un instante desde el vehículo a nuestros montes haciendo labores de anfitriones.

A veces me surgen dudas sobre si el icono que es Caspar David Friedrich en la pintura romántica vivió en su tierra natal, la incipiente Alemania, o lo hizo, aquí, en nuestra tierra. Y, digo esto porque las similitudes de sus paisajes natales con los de El Bierzo son muy notables.

Cualquiera de sus obras, excepto, las marinas, y ya veremos si con el tiempo El Bierzo no llega hasta el mar, las pudo haber pintado en cualquier monte de nuestra comarca. Ríos, robles, grutas, praderas, en fin, todo aquello que la belleza de la naturaleza nos regala lo tenía el autor a mano en nuestra tierra.

¿Quién no ha visto en El Bierzo un roble solitario resistiéndose a morir, a modo de cayado donde apoyarse el cansado viajero? Por no referirme a las ruinas de castillos, abadías o monasterios que ocupan el terreno como si fueran resultado de una estrategia militar perfectamente planificada. Pues todos ellos forman como un cuerpo unitario el simbolismo de Friedrich.

Simbolismo que responde a una ideología muy acusada de este pintor quien se erigió en uno de los adalides del sentimiento de unidad y libertad en una época de crisis en todos los sentidos que le tocó vivir. Su profunda espiritualidad le llevó a entender el arte como un medio para llegar a Dios, pero también le sirvió para proclamar las virtudes de su pueblo.

Virtudes de un pueblo que había sido invadido por Napoleón y que al igual que hicieron muchos bercianos de la época se unieron entorno a banderas y pendones para hacer frente al invasor. Uno de esos pendones todavía hoy es el de la ciudad de Ponferrada y que desde el año 1808 fue ondeado por los Tiradores de El Bierzo en múltiples batallas.

Pendón que aglutina a todos los bercianos bajo el manto de la Virgen de la Encina y que gracias a la Asociación Nuestra Señora de la Encina 210 años después de su primera batalla luce una corbata ceñida a su mástil. Acto noble por parte de quienes se ocupan de que nuestros símbolos ganen en estética, y lo que es más importante, acumulen tradiciones y sentimientos que expresan nobleza y generosidad hacia todo lo que representa Bierzo.

La lucha de nuestro protagonista fue peleada a través del pincel, sin algaradas, sin hacer cosas extrañas, sólo sus pinceles, colores y sus fuertes convicciones. Hoy es todo un pintor de culto y referencia.

Estoy convencido que si hoy Friedrich viviese entre nosotros asumiría la misma responsabilidad de defender su tierra una vez más. El amor por las raíces de uno es imperecedero y soy consciente del amor que todo berciano siente por las suyas. Sería un descastado o un anómalo aquel que no supiera querer todo lo que representa El Bierzo.

Alguien escribió unos versos muy acertados de lo que supone ser berciano. Glosó muchas de nuestras características, yo, con su permiso, me permito simplificar en una frase lo que significa ser berciano y no es otra cosa que vivir en el último reducto del Edén. Quiero pensar que Dios es caridad y no destruyó totalmente el Paraíso ante el pecado del hombre, sino que como siempre hace, deja puertas abiertas a la plenitud del encuentro con Él.

Ahora nos toca a nosotros pelear por nuestra tierra y por nuestro futuro y sólo ganaremos la guerra a las dificultades, a las crisis y a los problemas, desde la misma convicción que Friedrich. Desde la fe en nuestras creencias y aportando nuestras mejores capacidades y trabajo.