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León

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El nepotismo envenena desde dentro el sistema universitario español. El problema es viejo, es conocido, pero quizá ahora aflora con toda su crudeza por la auténtica guerra de difusión de casos de plagios, corta-pegas, notas falseadas y un largo etc. de artimañas que han permitido engordar los currículum de todo tipo de personajes públicos.

Lo del inglés de nivel alto hace tiempo que no cuela. Ni lo del usuario avanzado para todo tipo de programas informáticos por la agilidad al dar ‘me gustas’ en Facebook. Pero ahora se ha pinchado otra burbuja —ya no sé contar las que llevamos—, la de la titulitis aderezada con folios y folios inservibles porque no se los cree nadie. Desinflar currículum sin que se note mucho es hoy una tarea que se aprende sobre la marcha en los despachos, porque existe verdadero temor a ser pillado ‘copiando’ lo que no se alcanzó en tiempo y forma.

Los sucesivos escándalos protagonizados por políticos han hecho aflorar el tradicional sectarismo español, capaz de aplicar el rasero necesario para dar por buena cualquier cosa de los míos y enviar literalmente a la picota al ya odiado de manera preventiva por no encajar en el mapa ideológico preconcebido. Y también ponen en evidencia la existencia de auténticos chiringuitos integrados en las universidades públicas —Rey Juan Carlos— o privadas —Camilo José Cela—, ventanillas de compra-venta de favores en las que el todo vale era la divisa para esa nueva generación de políticos que nos han vendido como la mejor preparada de la historia ¿?.

Pero el problema va mucho más allá. Parapetado por la libertad académica, o más concretamente en la libertad de cátedra, se ha consolidado un sistema heredado de otros tiempos animando una autonomía universitaria que en realidad no es tal y que sirve para convertir la mayoría de los centros españoles en chiringuitos de mercadeo de plazas, de fondos para investigar y publicar, y periódicamente en auténticas guerras civiles porque al elegir rectores hay demasiado pastel en juego. Plegarse a quién manda en la autonomía de turno o convertirse en auténtico foco de oposición no son acciones desconocidas, ni gratuitas.

La existencia de campus es un motor económico inmejorable. Lo saben en Valladolid, Salamanca, Burgos, Ávila, Segovia... que los cuentan a pares, públicos y privados. Nuestro consejero leonés de Educación defiende que ya no hay sitio para más privadas. Lástima, con la necesidad que tiene León de oportunidades.