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TRIBUNA

Diez años de crisis económica. Demoledor balance para León

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E ste 15 de septiembre se han cumplido diez años de la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers, quiebra que supuso el inicio de la crisis económica global más profunda desde la gran depresión de 1929, crisis que para España no solo supuso el fin de un ciclo económico expansivo, sino el inicio de una fuerte recesión cuyas consecuencias seguimos sufriendo a día de hoy, en especial las clases trabajadoras.

A lo largo de estos diez años hemos visto cómo se han devaluado los salarios, cómo ha aumentado la precariedad laboral y la temporalidad de los contratos, cómo se ha vuelto a ampliar la brecha salarial entre hombres y mujeres, y como desempleo y temporalidad han vuelto a cebarse entre mujeres y jóvenes, todo ello en gran medida propiciado por la reforma laboral llevada a cabo por el Partido Popular en 2012 y cuyo principal resultado ha sido un importante recorte de los derechos laborales conseguidos por los trabajadores a lo largo de años de democracia.

Una reforma laboral que en su momento fue ampliamente demandada por las organizaciones empresariales como solución a la destrucción de empleo que la crisis estaba ocasionando, alegando que la principal causa de esta destrucción era la rigidez del mercado laboral. Sin embargo, después de seis años desde su aprobación, España mantiene una tasa de desempleo cercana al 16%, cuando la media de la UE no llega al 8%, y, lo que es más doloroso aún, un nivel de paro entre los menores de 25 años superior al 33%, porcentaje que en el caso de las mujeres supera el 37%. A todo ello hay que añadir que, a día de hoy, esta reforma laboral ha condenado a casi un tercio de los trabajadores españoles a encontrase por debajo del umbral de pobreza, mientras que la mejora económica que está empezando a llegar a las empresas, incrementando su nivel de beneficios, no se ha trasladado a los salarios, de forma que en la actualidad los dividendos empresariales superan en 15.000 millones las cifras previas a la crisis y los salarios representan 10.000 millones menos.

Pero si la crisis ha supuesto una fuerte pérdida de derechos y de bienestar para la clase trabajadora de nuestro país, para León está suponiendo la puntilla para su futuro, un acusado descenso de la tasa de activad económica y una sangría demográfica sin paliativos. Así, sí nuestra ciudad iniciaba el año 2008 con 6.830 desempleados, lo que en ese momento suponía una tasa de desempleo del 13,52%, en junio de 2018 esas cifras eran respectivamente de 8.448 desempleados y una tasa de paro del 17,03%. Pero, sin duda, la peor cifra es la de la caída de población en nuestra ciudad, que ha pasado de más de 135.000 habitantes de 2008 a los poco más de 125.000 que hoy residen en León.

Sin embargo no podemos pensar que toda la crisis económica se deba a las decisiones económicas que autónomamente se adoptan dentro de los mercados, sino que gran parte de la responsabilidad la tienen las decisiones políticas de los gobernantes.

Recientemente el Premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stigliz, defendió el importante papel que las decisiones políticas han tenido en el origen de la crisis, pero sobre todo en la forma en la que los diferentes países han salido de la misma; decisiones políticas cuyo peso, para el Nobel, ha sido mucho mayor que las económicas. Y ello, creo que es aplicable plenamente al caso de León, en cuya pérdida de actividad económica y de población mucho han tenido que ver las decisiones políticas, en este caso del Partido Popular, que desde 2012 ha gobernado tanto a nivel municipal como autonómico y estatal, y que han supuesto que la crisis económica no sólo nos haya golpeado con mayor dureza, si cabe, sino que además han sido determinantes para que la mejora económica que se ha ido produciendo en el resto de España haya pasado de largo en León.

Decisiones que, no por denunciadas en repetidas ocasiones, dejan de ser menos injustas y dolorosas para los leoneses; las cuales han suprimido, paralizado, retrasado, y vaciado de contenido inversiones que los Gobiernos socialistas de José Luis Rodríguez Zapatero habían puesto en marcha para impulsar la actividad económica de nuestra ciudad como el Polígono Logístico de Torneros, el CRC de las líneas de Alta Velocidad Ferroviaria, la Ciudad del Mayor, el Inteco, el Centro Nacional de las Artes Escénicas en el Teatro Emperador, etc..., entre otras muchas que al final nos han relegado a ser una de las ciudades más envejecidas y con menor tasa de actividad del país.

Desde luego, el panorama no es nada alentador para León y es evidente que las decisiones económicas que el mercado por sí mismo pueda adoptar no van a solucionar, sino más bien agravar, esta situación. Por ello es precisa una decidida apuesta política por impulsar medidas que frenen la destrucción de empleo en nuestra ciudad y puedan fomentar una actividad económica con alto valor añadido en León, políticas que ya no pueden esperar más y que el partido Popular ha demostrado sobradamente que no ha estado dispuesto a impulsar, a pesar de que ahora tras cien días de Gobierno Socialista, reclaman sin ningún pudor, su puesta en marcha inmediata.

Por ello la única forma de revertir esta situación es un cambio de políticas que apuesten por el impulso público de la actividad económica basada en actividades de alto valor añadido y no sólo en el turismo y en la hostelería. Para León ha sido una buena noticia la llegada de un presidente socialista al gobierno de España, un presidente consciente de la necesidad que tiene León de retomar las inversiones comprometidas en su momento por anteriores Gobiernos socialistas. Ahora, lo imprescindible para que la verdadera transformación y para abrir líneas de futuro en León es que ese cambio tan necesario llegue al resto de las administraciones en 2019. Es posible y necesario. Todos los socialistas leoneses, que no le quepa duda a nadie, vamos a trabajar con todas nuestra fuerzas porque en ello nos va el futuro de León.

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