Diario de León

cuerpo a tierra

Cantantes sin voz

Publicado por
antonio manilla
León

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Cantar sin tener cualidades para el canto requiere una osadía o un mérito incomparables. Pero puede llevar al triunfo: de cierto músico norteamericano se decía que era el mejor cantante que se puede ser sin tener ninguna voz. A menudo, la gente se admira de que haya cantantes ciegos, como José Feliciano o Stevie Wonder, pero nunca se sorprende lo bastante de que haya cantantes no sin vista sino sin voz. Algunos, incluso, venden muy bien sus obras. Son esos a los que se llama artistas y no cantantes. Hacen muchas cosas y casi todas mal, pero al público lo que le pasma es la maravillosa regularidad que tienen en todo cuanto emprenden. Pues igual con algunos políticos: no son buenos oradores ni infunden confianza, carecen de imagen, casi ni representan las opiniones de su propio partido y sin embargo… ahí están. Su triunfo está basado en esa constante medianía, el aurea mediocritas, con que realizan todo cuanto se proponen. Le tienen cogido el tranquillo a la multidisciplina, que más o menos consiste en no bordar nada pero tocar todos los palos, a ser posible con esa cualidad de los buenos fotógrafos que es la invisibilidad. Su éxito, por decirlo de algún modo, consiste precisamente en no ser un político ideal: es algo así como el éxito del fracaso.

Para nadar desapercibido como político y, al mismo tiempo, guardar la ropa, que no es sino mantener en alto la candidatura del «aquí estoy yo para cualquier más alta lid que se me necesite», pocos lugares más apropiados que los ayuntamientos. De los consistorios han salido catapultados hacia la política regional o nacional multitud de seres y semiseres que luego aparecen en los telediarios, lo cual, como dicen los sabios rurales, nunca es por nada bueno. Es algo que no se hace sin mella: el difícil equilibrio entre la atracción y el desinterés que tienen que mostrar hacia aquello para lo que se postulan les pone cara de funambulistas o de elefante sobre un alambre, una facha que no se sabe si sonríe o llora, con su punto de inefable. Más o menos la que se gasta últimamente cierta lideresa local, cuando en los mentideros comienza a sonar su nombre para empresas de más timbre. Para realizar el seguimiento de la marcha de sus aspiraciones, el periodista sabueso sabe que a quien hay que mirar es a sus enemigos, que son sus compañeros de partido.

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