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EL MIRADOR fermín bocos
León

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D ice la ciudadana Dolores Delgado, ministra de Justicia, que los comentarios soeces contenidos en la conversación grabada hace nueve años por el comisario José Manuel Villarejo en la que Delgado que entonces era fiscal de la Audiencia Nacional se refiere despectivamente al juez Fernando Grande Marlaska no se la pueden atribuir porque según su decir el juez Marlaska es «una persona a la que quiere mucho y con quien mantiene una relación estrechísima desde hace muchos años». Dice haber hablado con quien hoy es su compañero en el Gobierno de España tras publicarse el contenido de la grabación. El ministro no quiere entrar en este tema pero este asunto no le debe haber hecho ninguna gracia. La ministra de Justicia se encuentra en la cuerda floja y echa balones fuera.

Pese a que la grabación es la que es y su participación en la ya famosa comida de los cuatro comisarios y el juez Baltasar Garzón no ofrece dudas —era la única mujer en el mencionado almuerzo—, también pretende no reconocerse en los comentarios que minusvaloran a la mujeres cuando ejercen de jueces. A ella se la oye decir que prefiere «que la den un tribunal de hombres, de tías no quiero. Yo no me llevo mal con las tías, pero de tíos, sé perfectamente por dónde van. Y cada gesto, cada cosa... por donde va la historia».

Esta parte de la conversación quizá sea la más desconcertante. No olvidemos que el presidente del Gobierno en Nueva York al hacer balance de los primeros cien días del Ejecutivo que preside presentaba como un gran progreso presidir un Gabinete en el que hay más mujeres que hombres con un claro perfil feminista. Choca, desde luego, que hable así de las mujeres quien está al frente de la una cartera como Justicia que, entre otras tareas tiene encomendado» instruir a los jueces en una perspectiva de género». También está siendo muy comentado el apoyo que —según el decir de la ministra— habría recibido del Presidente Sánchez.

Al hilo de sus palabras y del caso que del que es protagonista principal resulta inevitable establecer un paralelismo con lo ocurrido hace dos semanas con la también ministra de Sanidad Carmen Montón quien, tres horas después de haber recibido el apoyo del Presidente del Gobierno acabó presentando su dimisión ante el bochorno provocado por el plagio de su trabajo de fin de máster.

Dolores Delgado denuncia que las maniobras del ex comisario Villarejo son un ataque al Estado, un ataque institucional que pretende hacer un juego político. Es una forma de defenderse envolviéndose en la púrpura. Pero las palabras soeces y los comentarios despectivos hacia algunos de sus compañeros la persiguen a ella. Gustaba decir otro Baltasar, me refiero a Gracián, que somos esclavos de nuestras palabras y solo dueños de nuestros silencios. Por eso la ciudadana Dolores Delgado, a la sazón ministra de Justicia, se encuentra en la cuerda floja.