Diario de León

NUBES Y CLAROS

Diluvio de imbecilidad

Publicado por
MARÍA J. MUÑIZ
León

Creado:

Actualizado:

En:

Estamos tan centrados en lo que nos ocupa que dejamos cada vez más de lado lo que nos preocupa. O eso quieren hacernos creer. Imposible seguir la senda de presuntas tropelías que diluvian cada día desde fuentes de comunicación que vomitan confidencialidades y realidades chuscas. A menudo tiran la piedra de la acusación y esconden la mano, no mucho más honesta, de quien maneja sus hilos con fines más que discutibles. Estamos tan abrumados por la catarata de exabruptos y oficialidad cuestionada que ya no sabemos dónde empieza el máster y dónde termina la sociedad patrimonial, si fue primero el huevo o la gallina, o si los cinco lobitos no son más que un engaño malabarístico para esconder a cinco zorros que se propugnan para vigilar otros tantos gallineros.

La cosa pública está elevando a cuestión de Estado tanta gilipollez que no va a haber quien esté libre de mancha capaz de superar la imbecilidad que se ha adueñado del escenario político. Es grotesca la escalada de acusaciones, conversaciones grabadas por delincuentes sin escrúpulos, filtros de copiones que darían la risa si no fuera porque ponen en solfa el sistema que nos gobierna, explicaciones sobre métodos establecidos legalmente para organizar los patrimonios personales o empresariales,...

Pedorreces lamentables y torpes que van a pasar factura. A todos, y eso es lo terrible. No hay quien se libre, por recaudador o por pagano, de la estulticia en la que naufragamos sin remedio.

Enredados en la espiral centrípeta que les absorbe, los políticos desoyen el grito que les lanza la ciudadanía. Lo recoge de manera más destacada que nunca la encuesta sobre intención de voto que publicaba Diario de León esta semana. En el electorado no hacen mella las colegiales novatadas sobre los másteres, ni los enganchones por lo pelos de los portavoces y portavozas que se suceden tan cansina como incansablemente en las tertulias y programas «de actualidad».

El votante lamenta, ahora ya agónicamente, la incapacidad de los políticos que le han tocado en castigo para superar rencillas de patio de colegio y construir pactos en cuestiones que están muy por encima de los partidos y sus vendettas de mequetrefes. Añora una visión y misión de Estado que no aparece en la infecta vida pública. Reclama altura de miras y cosecha porquerías sin sentido.

Están equivocados. Todos. Es un fracaso político generalizado que lastra a todo el país. Penoso.

tracking