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El asunto Vestas no admite más fiascos

La consejera de Economía y Hacienda anunció ayer el compromiso con un inversor dispuesto a hacerse cargo de la factoría de Vestas en Villadangos, una propuesta que llevará la próxima semana al Ministerio de Industria. De momento la Junta puede sacar pecho: ha conseguido lo que el Gobierno central no.

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León

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La consejera de Economía y Hacienda anunció ayer el compromiso con un inversor dispuesto a hacerse cargo de la factoría de Vestas en Villadangos, una propuesta que llevará la próxima semana al Ministerio de Industria. De momento la Junta puede sacar pecho: ha conseguido lo que el Gobierno central no. Sólo falta que el anuncio se concrete, la compañía (o fondo de inversión) extranjera se haga cargo de la planta

y sus trabajadores y se materialice un compromiso de estabilidad para la actividad económica y el empleo en la zona durante largo tiempo. Falta por conocer, claro, si la multinacional danesa aceptará el canje, y que los nuevos propietarios sean los encargados de sacar adelante la producción que está apalabrada con los clientes de la eólica para antes de final de año. La parálisis de la actividad de la planta es la única

baza con la que han jugado los trabajadores para intentar doblegar la voluntad de Vestas, algo que se ha evidenciado como imposible desde todos los ámbitos; pero sobre todo para negociar las condiciones de cese de la actividad de los alrededor de 350 trabajadores que apuran las horas para cerrar un acuerdo en el expediente de extinción que tiene que estar firmado el martes. Y que la empresa sigue condicionando

a la vuelta al trabajo para sacar el producto pendiente antes de que concluya el ejercicio. El anuncio de la consejera se ha tomado con prudencia desde la parte social. El hartazgo respecto a la volatilidad de los compromisos políticos es manifiesto. Ya en su día el Ministerio de Industria adelantó con gran boato un acuerdo que finamente se fue al garete y se tradujo en nada. El órdago de la Junta tiene que estar bien atado, ni la plantilla ni los leoneses pueden admitir ya más brindis al sol.