Algo le falta a la marea rosa

Vaya por delante que aplaudo con entusiasmo las iniciativas solidarias sobre casi cualquier asunto que mejore la vida de los demás. Hace falta un poco más de solidaridad en este mundo tan poco dado a pensar en el de al lado, sobre todo cuando no recibes nada a cambio. Por eso me alegré de ver a las más de 7.000 mujeres que se apuntaron el pasado domingo a la carrera contra el cáncer de mama. Una oleada de niñas y mayores de todas las edades recorrieron las calles de León con el objetivo de mostrar su apoyo a la causa. La carrera era lo de menos. Una simple excusa para dar visibilidad a lo importante que es la concienciación y el respaldo ciudadano. Todo un éxito de participación en esta sexta edición que demuestra que ni el frío detiene ya a esta marea de color de rosa que se cuela por todos los rincones. El número de dorsales previsto se quedó corto y muchas otras corrieron sin inscripción. Bravo.

Yo solo corro por obligación y soy poco dada a hacerlo como hobby. Sin embargo, no dudaría en hacerlo por una causa como ésta, la lucha contra una enfermedad terrible de la que nadie está a salvo. Por eso me llamó la atención que una cita como ésta dejase fuera al género masculino. ¿Por qué? ¿Es que no hay hombres que sufran cáncer de mama? ¿No hay hombres cuyas mujeres, hijas, hermanas, primas hayan padecido o padezcan esta enfermedad? ¿Por qué les dejamos a un lado cuando de lo que se trata es, precisamente, de sumar apoyos? La marea rosa podría ser aún más poderosa con ellos, necesitamos su solidaridad y estoy segura de que muchos estarían encantados de hacerlo. No estaría mal probar y hacerles un hueco la próxima vez, porque el cáncer tampoco entiende de géneros. Sumemos en lugar de restar.

Me pregunto qué hubiese pasado si hubiese sido al revés. Si se hubiese organizado una carrera de hombres a la que las mujeres sólo pudiésemos acudir como meras acompañantes, sin tener la posibilidad de que nuestro dinero colaborase de alguna forma en una iniciativa solidaria. ¿Qué hubiésemos dicho? Hubiésemos reivindicado nuestro espacio. Y con toda la razón, porque la solidaridad tampoco entiende de géneros.