Diario de León

HOJAS DE CHOPO

Palabras sin tacto

Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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El actual ambiente descarnado y agresivo es otra buena recomendación para releer a los clásicos. Decía Aristóteles en su Política que las palabras sirven para lo justo y lo injusto, para lo conveniente y para lo que no lo es. Con la necesidad que tenemos de palabras para el entendimiento, no para la discordia, las de una exministra sobre la comparación educativa de dos comunidades son extemporáneas, innecesarias, de muy poco tacto y recurso al tópico. Las palabras nunca son inocentes y con frecuencia los principios morales desaparecen bajo sus ropajes. La intención era un ataque político en toda regla. Uno creía inocentemente que las Comunidades Autónomas se sustentaban en un principio de solidaridad intercomunitario. Ya ve que no. ¿No cree la autora que esta Comunidad a la que ejemplifica, tan impostada en su origen y desarrollo y de tan poca querencia por parte de importantes sectores que la conforman obligatoriamente, es poco ejemplar en tantas ocasiones? No necesitamos que nadie nos lo eche en cara. Pero no, prefiere anclarse en la larga y vergonzosa historia del descrédito para seguir ampliando la geografía de crispaciones. Cualquier atisbo de nacionalismo suele ser empobrecedor. Puede incluso haber verdades que no vienen a cuento, aunque se pretenda después teñirlas o dulcificarlas. Los desprecios hacia la infancia, que en este caso quedan fuera de sus segundas intenciones, son muy dolorosos. Los niños no entienden las razones raquíticas de quienes tienen un micrófono para el descontrol. «Déjennos ser pobres, por favor, pero sin humillarnos» fue, al parecer, una respuesta. La realidad confirma una vez más que los políticos van muy por detrás de la sociedad civil.

Todos tropezamos con las palabras. Los tropezones de algunos políticos son más frecuentes y notorios. En los procesos de radicalización parece que la búsqueda de un micrófono es un salvoconducto para la gloria, buscando la frase para la fama y los méritos ante los ojos del supremo hacedor de listas y consideraciones, la frase que más hiera al contrario sin imponer ningún límite ni en la ética ni en la estética. Nunca en la breve historia de nuestra democracia la política, invasora como la hiedra, ha tenido un perfil tan bajo. Hay que reivindicar los códigos precisos de las palabras y la humanización de los principios éticos. Viviríamos con menos sobresaltos, crispación y la posibilidad de una sonrisa alejada de filias y fobias partidistas. Falta nos hace.

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