NUBES Y CLAROS
Mirando al dedo
Escuché a un comentarista decir que un país que hace llorar a la presidenta del Congreso de los Diputados ha tocado fondo. El día de autos andaba yo de mi corazón a mis asuntos, con el debate parlamentario de fondo. Me incomodó el rifirafe chusco como suele hacerlo, pero me gratificó una vez más la postura firme de Ana Pastor y su defensa, creo que por primera vez con voz temblorosa durante algún segundo, de lo que considera su deber al frente de la primera institución del país. Pastor ha sido como presidenta de la Cámara Baja la mano de hierro con guante de seda, irreprochable. Rufián cree que sacó partido del show, pero en realidad le brindó la oportunidad que estaba esperando para poner los puntos sobre las íes a todos. Incluso a los suyos (partidariamente hablando).
Porque del debate parlamentario debe esperarse tanta altura de miras como de discurso, cosa que no suele darse; pero al menos es exigible argumento y decoro. En ausencia de ambos, como mínimo, habilidad en el doble sentido de las sentencias para suplir con ironía la falta de otras razones. Nada de eso se da en el toma y daca diario entre partidos. Es verdad que ha habido momentos muy duros en el debate parlamentario en los últimos años, que se han sobrepasado límites que debían ser infranqueables incluso en el fango del juego político. Pero se extiende la sensación de que nunca habíamos llegado a tal nivel de zafiedad y falta de estilo. Quizá, como dijo una vez Aranguren, «es una cuestión de palabras. Pero también es, nada menos, una cuestión de palabras».
No sé si deben eliminarse del diario de sesiones de la Cámara las palabras fascista y golpista, pero compro el argumento de la presidenta de que las generaciones futuras no las entenderán como nosotros. Porque ya no somos nosotros. Hace poco una niña me confesó que había confundido en un examen el lugar donde ocurrieron los atentados de Atocha con los de las torres gemelas. Me impactó, pero tiene su lógica. Ellos no lo han vivido. ¿Qué significado tiene pues para ellos el golpismo o el fascismo? ¿Lo que para nosotros la revolución francesa?
El debate político está actualmente en un punto en el que, como dijo aquel, si los electores fueran caníbales les prometerían misioneros para cenar. No sólo eso. Hay demasiado interés en que nos centremos en analizar el dedo que señala a la luna, con tal de que no nos fijemos en la luna. Ojo.