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León

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c Javier López García escribe con el título ‘Nos quieren cerrar el tren’: «El sábado pasado nos fuimos nueve personas con nuestras bicicletas de León a La Vecilla en el tren de Feve. Ante nuestro asombro nadie vino a cobrarnos el billete. Ni a nosotros ni a las otras 40 personas que poblaban el tren. Al llegar a La Vecilla lo comentamos con la gente de allí y nos dijeron que teníamos que denunciarlo, que lo estaban haciendo de una forma absolutamente consciente y continua para decir que ese tren es deficitario y por lo tanto hay que cerrarlo. Bien, pues uno del grupo denunció el hecho a Renfe-Feve. La respuesta no tiene desperdicio: «Nos ponemos en contacto con usted con referencia a su escrito presentado el día 17/11/2018. Sentimos las molestias que los hechos que nos transmite le ocasionaron y le pedimos acepte nuestras disculpas. Le informamos que desde Renfe Cercanías se tomó la decisión de modificar el modo de venta, canalizándose preferentemente a través de las máquinas autoventa, pudiendo intervenir nuestro personal en el proceso, asistiéndole y ayudándole en todo lo que el cliente necesite en el uso de las instalaciones. Esta circunstancia hace que los agentes no estén ubicados permanentemente en los trenes, y realicen trabajos de circulación y atención al viajero en las distintas líneas y dependencias. Le aseguramos que trabajaremos para corregir las deficiencias que se puedan plantear en esta modalidad, con la intención de ofrecerles el mejor servicio al alcance de nuestras posibilidades. Quedamos a su disposición para cualquier otra cuestión que desee plantearnos. Atentamente...». Mentiras y más mentiras... que alguien me cuente dónde están las máquinas en cada uno de los apeaderos de los barrios y pueblos por los que pasa.... la única verdad es lo que me dijeron en La Vecilla: quieren cerrar el tren y están abonando el terreno para hacerlo. Y nuestros políticos mirando al sol...».

c Pablo Casares González envía una ‘carta abierta al consejero de Educación’ desde Piedrafita de Babia: «El día 17 leímos en el Diario de León que usted manifestó ‘que el profesor de la segunda etapa de Infantil está para educar y no cambiar pañales’. Y tenemos que darle la razón. Al igual que un médico no cambia los pañales a los pacientes que lo requieren. Sin embargo, en los centros sanitarios hay personas que atienden a estas personas dignamente y les cambian el pañal siempre que lo precisan. Como padres que escolarizamos a nuestro hijo con menos de tres años, como muchos otros niños, pensamos que durante su estancia en el centro escolar sería atendido en sus necesidades, educativas y de otra índole. Y mayoritariamente, así es. Se le enseña, sí, y también se le da de comer, y se le limpian los mocos, y se le pone una tirita si tiene una pequeña herida, sea o no función del profesorado. Pero cuando llega la hora de cambiar el pañal cambia la cosa. Le aseguro que esto también es una necesidad, como comer. Un niño de menos de tres años no elige usar o no pañal, lo necesita y punto. Pero no se le cambia el pañal. No hay personal en el centro que pueda hacerlo y el que trabaja en el centro no lo hace, porque no es su función. ¿Acaso les da vergüenza? ¿Tienen miedo a una denuncia por acoso sexual? No alcanzamos a entender qué falta de empatía pueden tener ni usted ni las personas que trabajan con niños y prefieren que tengan el pañal sucio durante horas en lugar de cambiarlos. ¿Se han parado a pensar en lo que siente el niño afectado? ¿No han considerado que estas situaciones repetidas en el tiempo y en los centros pueden ser fuente y origen de casos de acoso escolar? Como muchos otros padres, tenemos la suerte de trabajar. Y trabajamos durante el horario escolar. Algunos incluso somos autónomos, o emprendedores como se nos llama ahora. Pero tenemos que ausentarnos de nuestros puestos de trabajo para ir a cambiar un pañal. Quizá a los funcionarios de su Consejería les permita ausentarse de su puesto de trabajo para realizar estas tareas, sin mayor justificación, pero para los autónomos cada minuto de trabajo cuenta. Créame, así es francamente difícil conciliar la vida laboral con la educativa y familiar. Y además, algunos tenemos la suerte de vivir en una zona rural, una paraje idílico, un Parque Natural. Un Parque Natural despoblado y con los servicios públicos disponibles con cuentagotas. Como la mayoría de las zonas rurales de esta comunidad autónoma. Trabajamos a decenas de kilómetros del centro escolar y de nuestro domicilio, o incluso tenemos que desarrollar parte de nuestra actividad, o asistir a reuniones o ir al médico en otras localidades, no siempre cercanas, porque no todos vivimos en Valladolid. No nos lo ponen fácil con sus políticas de reducción de pediatras y enfermeros especializados o con sus políticas respecto al cambio de pañales en los centros escolares. Por todo ello, le pedimos que haga caso al Procurador del Común de Castilla y León, elabore o permita a los centros que elaboren un protocolo que garantice la correcta higiene de los niños, prestando especial atención a las zonas rurales. Sea valiente, remánguese y cambie pañales de vez en cuando».