TRIBUNA
La ineptocracia política
P latón en La República defendía la Sofocracia o el gobierno de los sabios, originalmente llamado aristocracia, gobierno de los mejores. En este sistema, gobernarían los pertenecientes a una ‘clase de oro’ formada por filósofos (en griego: amantes de la sabiduría), quienes tuviesen el saber necesario para decidir sobre el resto del pueblo, guiándolo como un capitán gobierna a un barco. En un barco no debería decidir el más fuerte, pues no por tal condición conocerá mejor el camino. En un barco no debería decidir el más popular, ni las creencias populares, pues no por ser mayoría conocerán el camino. Las masas, por ignorantes y poco inteligentes, suelen ser incapaces de autogobernarse o de elegir supuestos ‘representantes’ (oclocracia e ignorancia de la ciudadanía).
Por eso, Platón sostiene que estos sistemas son inútiles, porque sus bases son ilógicas y no dan resultados empíricos. Mi disculpa por plagiar a Platón, pero por desgracia los gobernantes no conocen, ignoran a los sabios de la antigüedad que, abandonados por los nuevos gurús, abanderan una nueva clase política y de políticos que dan lugar a la ineptocracia.
Se les llena la boca de democracia, pero solo entendida si les beneficia, porque eso de todo para el pueblo se queda en completar la frase del rey sol, pero sin el pueblo. Muchos pensadores del mundo antiguo como Platón o Cicerón veían en la república aristocrática al mejor gobierno para el hombre. Tal poder sería liderado por una elite intelectual, basada en sus conocimientos y estudios, separándose así del vulgo y de la masa inculta. Pero, ¿qué ocurre en España a partir del siglo XXI y en el momento actual? Se está alumbrando una nueva era en la política: la de la ineptocracia.
La ineptocracia es una palabra de origen francés (inaptocratie o ineptocratie) cuya composición alude al poder de los ineptos o incapaces que es definida como el sistema de gobierno en el que los menos capaces de gobernar son elegidos por los menos capaces de producir y en el que los otros miembros de la sociedad menos aptos para procurarse su sustento son obsequiados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y la riqueza de unos productores en número descendente.
Ya no nos importa el pasado, lo que nos interesa es el presente. El gobierno actual nos había metido de lleno en el ineptocracia, porque, a través de la moción de censura, ahora la mayoría parlamentaria, integrada por los menos capaces de producir, había elegido presidente del Gobierno al menos capaz de gobernar y, tras su llegada, los miembros menos aptos de la sociedad para procurarse su sustento estaban siendo obsequiados por el dadivoso Sánchez con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo de los cada vez más menguantes creadores de riqueza.
El sabio suele ser el más humilde. Sócrates acuño la frase: yo solo sé que no sé nada. Era un sabio humilde. Todo lo contrario de aquel que no reconoce que ignora y se presenta a dar lecciones de materias que nunca cursó. La realidad es que el ignorante suele pasar a la historia no por lo que hizo sino por lo que destruyó o no hizo, pero lo importante es hacerse famoso.
Me recuerda a un personaje ateniense, Eróstrato, quizás un esclavo, quizás un pastor, nadie se fijaba en él y deseaba figurar y no se le ocurrió otra idea que quemar el templo de Artemisa en Éfeso. Pasó a la historia, alcanzó la fama. La acción realizada por Eróstrato, y su intención de lograr la fama a cualquier precio han tenido eco en la modernidad. En el ambiente académico de la psicología se denomina complejo de Eróstrato al trastorno según el cual el individuo busca sobresalir, distinguirse, ser el centro de atención.
Hacerse notar, atentando contra algo o alguien es un sistema que se ha practicado desde hace mucho, bien con el objetivo simple y llano de alcanzar cierta fama, bien para hacer propaganda de una ideología o bien por enajenación mental; en ese sentido, los políticos y las celebrities son carne de cañón. Creí, por supuesto equivocadamente, que consciente de su escasa capacidad para gobernar, el ejecutivo iba a tratar de pasar inadvertido para que la ciudadanía no pudiese comprobar su incompetencia. Pero tal vez la osadía que suele acompañar a la ignorancia los ha llevado, no a esconderse, como era de esperar-, sino a manifestarse con un grado de soberbia impropia de la autocrítica que suele caracterizar a los inteligentes.
El Gobierno actual en todas sus manifestaciones hace una critica mordaz de que todo lo hecho hasta estaba mal: No había nada bueno. El autobombo es su panacea. Lo primero, porque la anunciada «co-gobernación» parlamentaria que ejercen el PSOE y Podemos, con las medidas que piensan adoptar y están adoptando, nos van a meter de lleno en la «ineptocracia», tal y como ha quedado definida. En efecto, los menos capaces de gobernar van a obsequiar a los menos capaces de producir y de procurarse su sustento con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y la riqueza de unos productores en número descendente. Y lo segundo, porque un gobierno, que no hace más que rectificar, ha pasado a ser motejado como gobierno mutante, tiene el desparpajo, la osadía, la inmodestia y, en definitiva, la soberbia, de auto alabarse hasta extremos incompatibles que con un nivel tan bajo de autocrítica conlleva la posesión de un grado mínimo de inteligencia.
Decir, con las constantes rectificaciones gubernamentales que vemos un día sí y otro también, que el actual gobierno activó la política española en tiempo récord, que con ellos se ha iniciado una etapa de renovación de la democracia y de las políticas sociales y europeas, y que van a situar a España en el lugar le corresponde, supone un caso paradigmático de autocomplacencia, narcisismo que no puede justificarse ni siquiera por los dictados del actual marketing político. ¿Qué ha hecho hasta el momento el actual gobierno que favorezca al común denominador de los ciudadanos? Marketing, paseíllos o desfiles de la revista Vogue o Man. Solo medidas populistas.
En España están de moda los programas de papel cuché. Son los más vistos. Vivimos del pasatiempo, de la imagen, pero favorecer no a los que producen, a los que hacen la empresa día a día, de esto nada, sino a los ineptocráticos. Lo hueco, lo vanidoso, los poses, es lo que da fama ¿qué producen para el común denominador.? Nada. A esto no se le llama gobernar sino ineptocracia. Antonio Gramsci, padre intelectual de Pablo Iglesias, ante la aparición del fascismo decía: «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos»; por supuesto, añado, debido a la ineptocracia.