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TRIBUNA

Diputado Rufián, ¿qué quieres? Me sobrepasas

Publicado por
JOSÉ MARÍA PRIETO SERRa ESCRITOR Y EXPERTO EN máRkETING Y COmuNICACIÓN
León

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C omo suelen decir los americanos de alguien verdaderamente incómodo, eres como un grano en el culo. No encuentro explicación lógica a tu comportamiento en tus tareas políticas. Cada vez estoy más convencido que si te dijeran que tienes que asistir a las sesiones del Congreso con la condición de no insultar, no emplear palabras o frases soeces, no levantar la voz en exceso o ir adecuadamente vestido, tu no podrías comparecer. Sencilla y desgraciadamente porque no cumples con esas condiciones. Esto es hipotético naturalmente, por eso te salvas. Pero tu condición, querido amigo es esa. Una pena.

¿A que viene ese comportamiento barriobajero para hablar con tus adversarios políticos, a cuento de qué, en razón a qué? ¿Dónde te has formado, donde te educaste? ¿También en tus estudios tu comportamiento era así? ¿Qué profesores tenías? ¿Has presenciado alguna vez en tu todavía corta vida, una discusión entre dos adversarios con educación y fair play? En caso de que lo hayas visto, ¿no te da envidia como se trata la gente que tiene formación?

Tu llegas a tu escaño, y crees firmemente que eres el amo del patio del colegio. Si es por gritos sí. Si es por nivel de educación, no. Claro que eso, la educación tu pasas de ella, no la necesitas para nada. Menudo eres para esas cosas.

Pero quiero defraudarte, si, a propósito, a ver si aprendes de una vez. No se es mejor político por chillar más o por meterte con el adversario con palabras que, estoy seguro no te atreverías a dirigirlas a tu familia, pero a los que tienes en la bancada de enfrente, a esos sí y cuanto más duras sean las palabras mas disfrutas con su empleo. Aquí mando yo y cuando yo hablo los demás se acojonan, eso debes pensar.

Y eso, Rufián, no es así. Existen normas universalmente aceptadas de buen comportamiento en el Congreso de los Diputados, no en tu casa, ni en una taberna, en el Congreso de los Diputados. Y esas normas hay que cumplirlas. Y esas normas tú no las cumples. Y eso no puede ser. ¿Entenderás esto? No es tan difícil joder, perdón, que eso es una palabra que te pertenece, no es tan difícil hombre.

Se asume por lo general que la profesión política es dura, enrevesada, llena de trampas y ciertamente difícil pero no mas ni menos que la de un ingeniero, médico, piloto o fontanero, pongo por caso. Pero de ahí, a estar siempre que se interviene, lanzando abruptos al adversario, convendrás conmigo que no está bien. Bueno, no convendrás como queda de manifiesto por tus actuaciones.

Llama la atención que hombres y mujeres jóvenes que, con todo derecho, quieren dedicarse a la política, lo primero que hacen ( no en todos los partidos, estoy hablando del tuyo), es poner cara de cabreados con el mundo y dedicarse a utilizar las palabras más groseras tienen en sus cabezas. ¿Pero no os dáis cuenta que ese no es el camino? Y claro ocurre lo que dicta la lógica como es que se os llama la atención, como ocurrió recientemente que fuiste incluso expulsado del hemiciclo. Iba a decirte que debería darte vergüenza. Pero eso el algo que no contemplas, ¿vergüenza tu? Imposible.

La costumbre nos está haciendo considerar estos hechos, como algo dentro de lo normal y nada más lejos de la realidad, nuestro parlamento se está convirtiendo en un patio de vecindad donde lo habitual es sacar los trapos sucios y adjudicarlos al que se ponga por delante. Mucho crecimiento, mucha mejora de la economía, mucho liderar el ranking de trasplantes, mucho, mucho mucho, para después tener un Congreso de Diputados que causa vergüenza ajena. Siempre se aceptó que el Congreso de los Diputados era lugar emblemático empleado para hablar, parea exponer, para explicar, pero esta camada de algunos nuevos políticos quieren echar por tierra aquello para lo que fue creado esa institución.

Se pierde mucho más tiempo en mal contestar al adversario, en algunos casos hasta de insultar, que de exponer ideas de forma democrática y moderna. Siempre se dijo que España estaba atrasada, comparada con Europa, en muchos órdenes, profesionales y sociales, pero resulta que la prueba de que eso es así, la tenemos en nuestro propio Parlamento, no en el circo que parece, en el Parlamento. Y eso, mientras sigamos aceptando la entrada de políticos como Rufián y dándoles cancha para que se explayen, no avanzaremos.

Rufián, no hagas honor a tu apellido, hombre.