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Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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Álvaro Ortiz llegó de Córdoba a Santiagomillas por razones políticas. Era liberal. Su hijo José Ortiz Sicilia tenía doce años. Consiguió su primer empleo en la Farmacia de Primo Núñez, en la Plaza Mayor de Astorga, y con el primer sueldo compró una máquina fotográfica, con la que recorrió los pueblos dejándonos importantes documentos gráficos. Su fortuna empezó al inventar la «foto mignon» para aprovechar los recortes de cartón, la que enviaban los soldados a sus novias y familiares durante la guerra, y otras, muy clásicas, en que los marcos de cartón acogían al abuelo con bigote, el mocito apoyado en una silla o la boda que despierta sonrisas. Su imprenta astorgana se convirtió en un negocio de cartonajes —«Ortiz, S.A.»— que llegó a ser muy importante cuando, después de la guerra civil, se trasladó a Madrid con la mayoría de los obreros astorganos que trabajaban en Gráficas Ortiz. La empresa fue líder en su ramo y en tarjetas de Navidad.

José Ortiz Sicilia, hombre de gran personalidad e iniciativa abierto a todo, se preguntó un día por qué no hacer christmas. Contactó con el dibujante catalán Benages e iniciaron la aventura de las tarjetas de Navidad, con estilo propio y dos personajes hoy mundialmente conocidos, los monaguillos y los niños. «Las haremos —dijo— timbradas en relieve. Esto ya se hace y se ha hecho. Pero introduciremos una mejora: iluminarlas una a una con aerógrafo». Empezaron con una serie de cuatro modelos de diez mil ejemplares cada uno. La idea creció de forma rápida y con grandes tiradas, se amplía la nómina de dibujantes —Mairata, Lluch, Munoa, Abelenda, Moreno Galván, Benjamín Palencia…- y España entera felicita con estas tarjetas. Venezuela inicia, de forma casual, la entrada en todos los países de la América hispana. Se amplían los modelos, se van perfeccionando los procedimientos, se incorpora el ‘offset’ a la impresión y comienza la entrada en Europa, iniciada en Inglaterra y seguida por Francia, Alemania, Suiza… Y de aquí, a Estados Unidos. Han pasado cinco años desde que surgió la idea y millones de ciudadanos de todo el mundo expresan los mejores deseos para estos días con las postales navideñas nacidas en las raíces de una empresa maragata.

No tengo ningún ejemplar, y bien que lo siento. Queda la palabra para desearles a todos ustedes lo mejor no solo para estos días de postal e impostaciones. Para siempre. De verdad. De corazón. Lo necesitamos. Lo merecemos. Buenos días.

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