al trasluz
El cantamañanismo imperante
Lo he escrito ya: soy un columnista católico, no puedo ser catastrofista. Una vez delimitado el campo de análisis, ¿ustedes no tienen la impresión de que ahora hay más cantamañanas que antes? Siempre los hubo, pero es que ahora se les hace la ola y además se les vota. Abres el periódico y te salen como mínimo media docena, ya solo en la primera. Pero no todos los cantamañanismos son iguales. ¿Quién no tiene un cuñado que asegura que le ofrecieron ser el quinto Beatle y no quiso? No por ello le dejamos de querer. Todos de jóvenes hemos alardeamos alguna vez haber leído «El Mahabharata», sin ni siquiera haberlo tenido en las manos. Y en mi caso, lo admito, alardeaba de haberlo leído en sánscrito. Más aún, ¿quién no cree que se le debió de mandar a él a Eurovisión? Pero lo creemos en la intimidad, o todo lo más en la oficina o en las reuniones familiares. Sin embargo, de todas las modalidades posibles de la fanfarronería la más insoportable de todas es el cantamañanismo político, pues no es inocente. Que nuestro amigo Aniceto asegure que cocina mejor que Arguiñano ¿a quién perjudica? Solo a quienes nos vemos forzados a probar su paella, todo socarrat. Nada que no se solucione después con bicarbonato. Sin embargo, la proliferación de cantamañanistas en política está teniendo funestas consecuencias en nuestra sociedad. Días atrás he leído unas declaraciones ególatras de un expolítico local que se debe de considerar un Churchill leonés. Si tuviese decoro se sonrojaría. Pero una de las características de tal gremio es carecer de dicho lastre, y además jactarse de ello. El cantamañanas es un arrogante sin motivos. Y además lo sabe.
En efecto, la torre de vigía desde la que observo la realidad es la de un columnista católico. No puedo ser catastrofista, ni siquiera en medio de tanta banalidad con ínfulas, cuando no faltosa. Pero alma de cántaro, tampoco. Hay que combatir con ideas. Y con la conducta, claro. Existe un enemigo.
Creo que un gran porcentaje de la clase política está integrada por hombres y mujeres de bien. Pero también que el cantamañanismo está siendo promocionado para que no nos fijamos en quienes nos quieren dar gato por liebre. 2019 va a ser de todo, menos aburrido.