Cerrar
Publicado por
ISRAEL ALVARADO GONZÁLEZ FILÓSOFO
León

Creado:

Actualizado:

E s importante ir diferenciando a la izquierda del Estado, al igual que fue preciso en su momento hacerlo con la Iglesia. Es una intervención delicada ya que no sabemos muy bien qué es lo que hay que separar y qué deudas se han contraído. Algunas veces, el inquilino se ha instalado de tal manera en el edificio que es difícil hacerle ver que él es un simple habitante más. Tomemos el ejemplo de la Iglesia: Las personas con creencias religiosas han ido conteniendo sus pulsiones, templando su proselitismo, observando poco a poco su rechazo (eutanasia, aborto, uso del preservativo, heterosexualidad…) ya que comprenden que hay algo más fundamental, si queremos llegar a entendernos, que las propias convicciones; aunque ello pueda resultar sorprendente al principio. La convivencia —de primeras— se logra observando que todo el mundo tiene seguras creencias y que éstas con frecuencia suelen chocar unas con otras. ¿Qué hacemos entonces? ¿Imponemos nuestras creencias pese a quien pese… por muy verdaderas que nos parezcan? Hay un cierto número de dogmas que se han ido incorporando a la vida democrática, pasando de tapadillo, y que están perjudicando el buen funcionamiento de ésta: al igual que la costra del casco acaba por deteriorar el buque. La creencia fundamental de eso que entendemos por izquierda (de cualquier ideología en general) podríamos resumirla como: «los que comparten mis ideas son los buenos y los que no las comparten… no». De lo que se sigue, más tarde o más temprano, que para hacer cambiar de parecer a todos aquellos que no comulgan conmigo será inevitable hacer un cambio (violento) de esas conciencias disidentes. Es decir: irá pareciendo apetecible, de tanto en cuanto, una buena revolución. La superación de la mera tradición, en donde tenemos que contar con el contrario; la vía del verdadero diálogo (¡palabra tan machacada!), en donde todos tenemos que poner al margen nuestros prejuicios, se antojará cada vez más difícil. Últimamente, sentimos que está en entredicho el sistema democrático actual, dándose a entender que estamos —de continuo— a un paso de cambiarlo por completo. Si la actuación (o insinuación) de las personas que se sienten de izquierdas se limitara a la crítica de los fundamentos de la democracia, no tendría nada de dañino ¡todo lo contrario!: esa crítica no sólo sería beneficiosas, sino necesaria. Ahora bien, si las insinuaciones se van convirtiendo en amenazas… intentando, de una forma irresponsable, debilitar el estado de convivencia del que todos estamos al tanto… entonces —pienso— que estamos hablando de otra cosa: de una enmascarada, o de pura inconsciencia ¡lo mismo da!

La diferencia entre inconsciencia (falta de sensibilidad) y actuación irresponsable, o abiertamente intencionada, de algunas personas, merecería un capítulo aparte. Por ahora, lo que nos interesa es seguir determinando con claridad cuáles son esas premisas, esas firmes opiniones que, al igual que en el caso de las creencias de orden religioso, habría que intentar no confundir, no mezclar, en el ámbito amplio de convivencia que llamamos Democracia. Una idea injustificada pero bastante compartida es pensar que «todos los problemas del ser humano se resuelven por la vía política». Parece una afirmación fácilmente refutable una vez expuesta, pero está implícita en el mismo comportamiento excesivo y poco sereno de nuestra vida política actual y que desvelan otro gran engaño al que nos vemos sometidos: «la desconfianza en la capacidad del ser humano para entenderse y resolver los problemas con los demás de forma natural». Hay muchas más afirmaciones de este estilo, implícitas o no. Y por la misma razón que la democracia (la convivencia entre los seres humanos) la vamos aprendiendo juntos… de igual forma tendremos que, por nosotros mismos, ir descubriendo, desvelando y denunciando todas esas «perezas de la razón» que se convierten al final en agresiones contra lo humano.

Cargando contenidos...