Diario de León
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Populismo barato

S alvo excepciones (por ejemplo, durante vacaciones estivales o tras catástrofes o actos terroristas), no se recuerda (y las hemerotecas podrían confirmarlo) que en países de la Unión Europea a algún presidente de un gobierno se la haya ocurrido hacer un Consejo de Ministros fuera de la ciudad destinada para ello, que suele ser la capital del pais y/o la sede del gobierno.

Es más, si, por ejemplo, a Merkel o Macron en un ataque de querer realizar más brindis al sol para desviar la atención de sus problemas y hacer guiños a partidos de la oposición o partidos peligrosos para el Estado y la democracia hubieran realizado un consejo de ministros en, por ejemplo, Dresden o Marsella, en vez de Berlín o París, respectivamnete, las críticas por tal ocurrencia hubieran sido sonoras y duras.

Dentro de todos los preparativos mediáticos que se prepararon empezado para que los ciudadanos viesen el Consejo de Ministros del 21 de diciembre en Barcelona como una muestra del gran progresismo del ‘gobierno Frankenstein’ y el ‘non plus ultra’ de sus negociaciones con separatistas a través de un maravilloso diálogo, con Sánchez y Torra agarraditos de las manos y música de violines de fondo, el socialista Iceta salió diciendo: «spero que nadie piense que podemos ilegalizar a dos millones de catalanes».

Iceta se delata con frecuencia él mismo (ya salió de un armario, pero debería de hacerlo del otro, del político) y sabe que en países que no son repúblicas bananeras la ilegalización de partidos que actúen fuera de la legalidad democrática y constitucional no lleva consigo a ilegalizar a los posibles miles o millones de personas que teóricamente pudieran apoyar o estuvieran manipuladas por esos partidos separatistas.

Los populismos, y sobre todo los baratos, se los podrían guardar Iceta, el PSC y el PSOE en su propia casa.

JUAN FERNÁNDEZ

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