Voto delegado
N uestro sistema político permite que pueda gobernar quién forme una mayoría parlamentaria o municipal ya sea, solo o con ayuda de otros grupos. De manera que es legítimo que Pedro Sánchez gobierne puesto que fue capaz de concitar a su alrededor los apoyos parlamentarios suficientes para, a través de una moción de censura, descabalgar a Mariano Rajoy de la Moncloa. Y es igualmente legítimo que el PP junto a Ciudadanos y con el apoyo de Vox, hayan conformado una mayoría que les va a permitir gobernar en Andalucia.
Es evidente que Sánchez no ha ganado ningunas elecciones, en realidad ha perdido todas a las que se ha presentado, y que en Andalucía ha sido Susana Díaz quién ha obtenido mayor apoyo en las urnas, pero a la hora de conformar gobierno ya digo que lo que vale es que gobierna el partido que pueda concitar una mayoría. Lo mismo sucedió pongo por caso en el Ayuntamiento de Madrid. Podemos no ganó las elecciones, las ganó el PP, pero gracias al apoyo del PSOE, es Podemos quién gobierna el ayuntamiento. E insisto, esto es absolutamente legítimo.
No obstante eso nos debería de llevar a preguntarnos a quién votamos porque pudiera ser que al dar nuestro voto a un partido en realidad se lo estemos dando a otro para que gobierne.
¿Quiénes han votado a Cs en Andalucía lo han hecho para que gobierne el PP? ¿O quienes en su día votaron al PSOE en Madrid lo hicieron para que gobernara Podemos? Creo que al respuesta es que no pero aún así los votantes no podemos llevarnos a engaños, y puesto que en este año recién comenzado tenemos que ir a las urnas para las municipales, autonómicas y también para el Parlamento Europeo, no está de más reflexionar sobre para que puede servir nuestro voto.
Votar al PSOE puede suponer abrir la puerta de gobiernos municipales o autonómicos a Podemos, o al revés, el votante de Podemos se puede encontrar que su voto sirva para que haya un alcalde o un presidente autonómico del PSOE. Lo mismo les puede suceder a quienes voten al PP o a Cs.
Al final depositamos un voto que puede ir a parar a quién no queremos, a quién no votamos. Ya digo que es legítimo, pero me parece a mí que deberíamos de pensarnos dos veces a quién votamos no vaya a ser que nuestros votos terminen favoreciendo a quienes en ningún caso votaríamos. Pues eso.