Diario de León

El ‘edredoning’ del ‘doctor plagio’

Publicado por
Luis-Ángel Alonso Saravia Colegiado nº 147 del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León
León

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N o nos equivoquemos. Aunque se nos quiera hacer ver lo que no es, en Cataluña un sector de su población padece lo que hemos denominado ‘patología catalana’, la cual requiere un largo tratamiento prescrito por un equipo facultativo multidisciplinar con el que reinsertar a quienes su grave perturbación no se encuentre en situación irreversible. Quien no puede ser miembro del equipo terapéutico, y menos aún pretender liderarlo, es el ‘doctor plagio’, ‘doctor cum fraude’. Sus continuas mentiras, bien encubiertas por un discurso adornado con huecas palabras, alejadas del fin propuesto, le descalifican para tal cometido.

Los falsos mensajes se han convertido en un ingrediente más de esa ‘patología’, lo que no es un tema menor, pues «la perversión en el lenguaje comporta perversiones mucho más graves en la política» (M. Giménez). Así, la Constitución muta por seguridad jurídica, lo radical cambia por transversal, convocar elecciones «cuanto antes» pasa por agotar la legislatura, ser un hipócrita y cínico se trasforma en ejercicio de pedagogía, y humillar a España se convierte en empatizar y dar cariño a Cataluña. «El lenguaje ya no es inocente ni en las apariencias» (A. Piedra).

Hace un año, en tres artículos publicados por este diario, analizábamos, desde la perspectiva del psicoanálisis freudiano, la que ya entonces calificamos como ‘patología catalana’. En ellos señalábamos que «las raíces de la enfermedad se hunden en una influencia tóxica familiar y grupal que durante muchos años ha distorsionado la realidad, la mente y la conducta de una parte importante de sus miembros, generando, y esta es la etiología de la enfermedad, personas inmaduras, con un marcado complejo de inferioridad, debido a una fijación patológica, no superada, en las etapas iniciales del desarrollo de su personalidad».

Respecto al diagnóstico, indicábamos que «el enfermo presenta como síndrome nuclear un complejo de Edipo no resuelto, acompañado de una sintomatología múltiple que lo agrava aún más». Añadíamos que «resolver bien el complejo de Edipo era fundamental para formar la estructura de una personalidad normal y madura, mientras que, por el contrario, no resolverlo posibilitaba la aparición de patologías personales, sociales y morales». Concluíamos el análisis prescribiendo al enfermo «un tratamiento multiterapeútico, pluridimensional y prolongado en el tiempo, para lo que era necesario un batallón de psiquiatras, psicoanalistas, psicólogos clínicos, pedagogos, historiadores y cirujanos que le aplicasen diversidad de técnicas terapéuticas para reorientarle en sus ámbitos personal, familiar, social, político y cultural». En suma, que se interviniera la autonomía catalana sin miedo, sin complejos y sin límite temporal.

Es sabido que el complejo de Edipo se basa en la coexistencia de tres figuras: el padre, la madre y el hijo, cuya dinámica consiste en que el hijo desea ocupar el lugar del padre para sustituirle en su relación con la madre. Pero, después del tiempo transcurrido, la ‘patología catalana’ se ha agravado aún más debido a una perversa interpretación del triángulo edípico. El hijo (el ‘nazi’), personificación de los catalanes, en vez de buscar en la madre (simbolizada en los bienes y derechos de los españoles) el objeto con el que satisfacer sus deseos libidinosos, lo ha encontrado de forma pervertida en el padre (el ‘nini’), representación del Estado español, originando así una situación inédita del clásico complejo de Edipo que ni el mismísimo Freud se hubiera imaginado. El hijo se ha ‘encamado’ con el padre en vez de hacerlo con la madre, a la que tampoco renuncia, y el padre acepta gustoso la relación propuesta por el hijo para disfrutar de tan gozoso momento. Sin embargo, ante la escandalosa y obscena situación, han preferido ocultarla bajo un vergonzoso ‘edredoning’. Camuflaje de la cobarde «rendición del Gobierno de España ante el separatismo. Huelga explicar las razones de esa bajada de pantalones» (J. Cacho).

La ‘patología catalana’, cuyo proceso evolutivo había derivado del complejo de Edipo al complejo paterno, ahora ha degenerado en un ‘complejo de Judas’, versión ‘gay’ y felona del complejo de Edipo, el cual se agrava peligrosamente y complica su tratamiento. Un preocupante trastorno de identidad perturba a ambas partes, que resulta difícil de resolver cuando uno desconoce realmente quien es.

La terapia del ‘doctor plagio’, que ha quebrantado la ‘promesa constitucional’, consiste en diálogo y ‘edredoning’. Pero la operación diálogo, el vis a vis de besugos, el ‘ibuprofeno del independentismo’, ha fracasado, pues «antes de coser las heridas hay que desinfectarlas» —dixit Borrell—. Los antiinflamatorios no apaciguan la dolencia y es urgente combatirla con ‘multiterapia C155’, incluida cárcel, y sin indultos.

Mientras que el ‘edredoning’ del presidente ‘low cost’ es el manto con el que cubre cuanto le rodea. La falta de transparencia es su ‘modus operandi’, para lo público y para lo privado. Con el ‘edredoning’, el ‘doctor plagio’ ocultó durante varios años la tesis doctoral y silenció al supuesto autor; escondió las hipotecas que le auparon a La Moncloa y tapó los acuerdos adquiridos; guardó el documento de 21 puntos que le entregó Torra y disfrazó el comunicado hecho público; protege el contrato laboral de familiares y vela sus méritos; evita rendir cuentas de viajes y desplazamientos privados y esconde el nombre de sus acompañantes acogiéndose a una ley franquista e ignorando al Consejo de Transparencia. Nada casual. Al contrario, pensado y planificado. En él, todo es fraude y oscurantismo. Si USA tiene a Mr. Trump, España tiene a Mr. Tramp-oso. ¡Agua, por favor!

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