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León

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El neocolonialismo le quitó las cadenas a los territorios para que se las ataran ellos solos mientras aplaudían a las élites venidas de fuera para dirigirlos. El sistema cuajó como superación de la dominación militar, tan poco estética tras las primeras décadas del siglo XX, gracias a la estrategia de los grupos de oligarcas que de manera paulatina se hicieron con los recursos. Las metrópolis representaban el progreso y capitalizaban la riqueza, mientras los feudos colonizados sufrían la rapiña y el empobrecimiento progresivo, a merced de los caprichos de quienes ostentaban el poder. Con la suficiente vista como para que la estridencia del plan cuadre en democracia, la constitución de Castilla y León en 1983 ha seguido las líneas de este esquema político para fijar un centro en Valladolid, armado por la Junta y sus poderes económicos y sociales, alrededor del cual gravitan el resto de provincias con funciones secundarias que nunca deben obstruir el objetivo principal de fortalecimiento del núcleo. Aquí, donde los políticos y los lobbys empresariales colaboran para no perder su rédito propio, con el papel del parque temático del turismo tenemos bastante, que la industria nos queda grande. De vez en cuando, si hay suerte, el telón del escenario se cae para que podamos ver lo que existe en la tramoya, como esta semana, cuando al alcalde vallisoletano, Óscar Puente, se le ha escapado el arrebato de ‘supremacismo’ castellano para reclamar que «Castilla y León debe apostar más fuerte» por Valladolid, ya que los recursos son escasos, porque lo contrario es «dispersar esfuerzos que luego no tienen ninguna rentabilidad». La lucha contra la despoblación era esto, al fin, según el discurso del portavoz nacional del PSOE.

No hay cifra, ni indicador económico, que sustente la petición, más allá de la soberbia, interiorizada durante años, que le hace reclamar al alcalde de Valladolid para sí lo que entiende que le pertenece. La llamada de la metropoli dominante, que exige centralizar aún más las apuestas en infraestructuras y políticas, se encuadra en la línea de aquellas levas con las que la Junta tentaba por carta a las empresas leonesas para que se asentaran en Boecillo o, más cerca en el tiempo, con las zancadillas a la plataforma de Torneros para que no obstaculice al parque agroalimentario pucelano. Puente sólo es músculo. El cerebro está más arriba.

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