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MARINERO DE RÍO EMILIO GANCEDO
León

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No ha habido nunca, creo, una época tan refractaria a los hechos como esta. Creo que, directamente, el nuevo homo digitalis no los comprende, le extrañan, le repugnan, los expulsa de sí mismo como el calamar su chorro de tinta. En este mundo de trincheras y de mini-patrias —la nación nunca se fue, solo ha cambiado en diez mil facciones e intereses distintos, se ha fragmentado hasta el infinito—, el personal piensa que para conjurar la realidad, para hacerla maleable, sumisa y doméstica, basta con protestar e indignarse, le alcanza con escribir un post ingenioso y esperar sentado a que lleguen los likes.

Se nota en el consumo de información. La gente está tan poco acostumbrada a las noticias, a las noticias de verdad, que cuando se topa con una de ellas —cosa cada vez más extraña—, una que les violente o les arrebate, una de esas capaz de poner a prueba sus certezas, pues se suele empeñar en desmontarla y en darle la vuelta como si la realidad fuera un juego de construcción infantil.

Pero los hechos son los hechos. Hay dos millones de personas en Cataluña (personas humanas) que han votado independentismo. Y son ciudadanos normales que por lo general trabajan y quieren a sus hijos, y que respetan los ceda el paso, y que les parece lo mejor para su futuro. Y allí mismo hay otras tantas, más o menos, que no lo desean, con lo que ambos conjuntos de población tendrán que ponerse de acuerdo antes o después.

En Andalucía, 396.000 personas han votado a un partido político que, como poco, aspira a laminar la democracia. Podemos salir a la calle a protestar ante este hecho, podemos inundar las redes sociales con reflexiones y denuncias, y también... también podemos preguntarnos por qué ha sucedido eso. Por qué amplios sectores se han sentido —se están sintiendo, en todas partes— abandonados, engañados y humillados por el actual sistema, y de entre ellos, por qué tantos, especialmente, viven en el mundo rural, ese no-lugar clave para nuestra supervivencia pero al que nadie con poder parece importar, realmente, un pimiento.

Y la sociedad de la cuneta, los otros indignados, los que no ha entendido mensajes a veces dirigidos solo a los que saben lo que significa mainstreaming, también forman parte de los hechos.