Catedral de la Montaña

Siempre gratifica regresar a Lois, en las cumbres de la montaña de Riaño, documento natural, cultural, histórico y etnográfico de primer nivel en el contexto provincial y nacional. Un repaso histórico y cultural –la preceptoría, Universidad de la Montaña, vuelve a pertenecer al pueblo— tejido en este territorio no viene a ser más que una confirmación de que este pueblo, hermoso y entrañable, fue un modelo de sabiduría, sin ninguna duda asentada en la influencia benefactora de la Iglesia, especialmente en los momentos álgidos de la historia de sus instituciones y sus gentes. Que hoy podría ser un referente temático como conjunto —no es para nada nueva la idea de pueblos temáticos—, especialmente durante el verano, con actividades universitarias o fundacionales, siguiendo la tradición, no es, creo, propuesta vana. A quienes deseen conocer ese devenir vital de la colectividad, y a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre el asunto, les recomiendo la lectura del magnífico libro de Marta Prieto Sarro, Lois. La Cátedra de la Montaña. Seguro que invitará a conocerlo a quien aún no lo ha hecho.

Gratificante el regreso, más aún cuando, como en esta ocasión, la cita del pasado día 11 tenía un motivo muy especial. Se presentó el cupón de la Once para el sorteo del día 16. No sé cómo se habrá repartido la suerte, que siempre es un enigma poco expuesto a los vientos que muestran sus delicias o crudezas. Cinco millones y medio de cupones reproducían como motivo la iglesia de Lois, la Catedral de la Montaña. Cinco millones y medio de impactos, que se dice bien. Además del más importante, la labor social de la Once, distribuyendo como añadidura suerte en cualquier rincón, y a cualquier rincón llegó una imagen como difusión de uno de los símbolos de esta población singular, que habrá provocado, sin duda, la curiosidad y el conocimiento. No es la primera vez, ni será la última, que motivos leoneses ilustren los populares cupones.

En esta década la presencia y nueva puesta de Lois en el mapa de la actualidad ha sido notable, de altura e intensidad. Detrás de todo ello, de cada una de las actuaciones, la labor impagable, silenciosa pero tenaz, de la Asociación La Cátedra de Lois. Una de sus representantes, Carolina del Blanco, aseguró en esta última ocasión que se sienten orgullosos de hablar del pasado glorioso y fascinante de Lois, «a la vez que contribuimos a su futuro». Subrayo la última frase. Pues eso. Qué magnífico ejemplo.