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Publicado por
antonio manilla
León

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Yo os daré noticias, parecen decirnos los portales y las aplicaciones que abundan en la red en la que vivimos. Podría ser el principio de un capítulo de esa serie, Black Mirror, que tan cinematográficamente ha reflexionado sobre los peligros del mundo que viene. Y es que informarse al tuntún, a través de internet, sin preocuparse demasiado de las fuentes, es una de las amenazas invisibles pero reales a la que nos enfrentamos cada día. Acaso no esté de más recordar lo que es un periódico —sea en papel o digital— en un día como hoy, víspera del patrón de los periodistas y escritores, San Francisco de Sales, que redactó muchos panfletos para evangelizar a los protestantes del Ducado de Saboya al catolicismo.

En el principio de todo está la fuente. Y en eso se basa el periódico, es lo que diferencia el oficio del chismorreo, el amarillismo, el gorjeo azul de los pájaros interesados. Faltar a la verdad conscientemente o enfocar la actualidad desde una óptica engañosa son opciones que están descartadas. El verdadero profesional tiene algo de costurera: debe hilar el relato de los hechos, juntar las piezas, calzar los fragmentos hasta componer el friso más aproximado que sea posible de lo que es la realidad. Ahí entra en juego el contexto. Sin él no existe periodismo. Aun con poco espacio, el informador nunca lo olvida. Mientras el historiador pone en antecedentes y saca conclusiones, el periodista pone en contexto. Uno intenta rematar y el otro sólo hilvana. La actualidad dicta sus condiciones: está en curso, es efímera y envejece casi al instante, en ocasiones nada más nos muestra uno de sus perfiles. Es un ente vivo y cambiante. Vertiginoso. Aun así, el redactor intenta el retrato fiel, sin aventurar esa cara oculta de la luna a la que solo el tiempo será capaz de quitarle el velo. Aunque tenga sospechas y conozca rumores. No es sibila, sino notario.

El lector de periódicos conoce y agradece ese pacto tácito por el que la información le llega cribada y evaluada, no en bruto, como simple enunciado. Certificada, en la medida que es posible. Las ondas admiten la cruda actualidad, el brochazo espontáneo, pero en el periódico siempre es necesario algo más: esa segunda mano de pintura que es como un boceto del mapa del tesoro o la imprimación sobre la que únicamente la realidad tendrá la potestad de dar la última pincelada.

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