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TRIBUNA

El por qué de los nuevos árbitros políticos

Publicado por
FRANCISCO J. LóPEZ RODRíGUEZ profesor
León

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L a generación del 98 agrupa a una serie de escritores que toman esta fecha como punto de partida que es ni más ni menos que la perdida de los últimos bastiones coloniales de España: Cuba y Filipinas. Sienten España, les duele España. Distinguieron entre una España real miserable y otra España oficial falsa y aparente.

Su preocupación por la identidad de lo español está en el origen del llamado debate sobre España. Sienten un gran interés y amor por la Castilla de los pueblos abandonados y polvorientos; revalorizan su paisaje y sus tradiciones, su lenguaje castizo y espontáneo. Unamuno y Pío Baroja eran periféricos, sin dejar de ser vascos, amaron la patria y todos se hicieron la misma pregunta. ¿Por qué España perdió su imperio? Todos criticaron la falta de sentido patrio, la falta de valores, en síntesis, la unidad patria.

Se dice que la vida es cíclica. Buscamos nuestros orígenes. Nos cansamos de lo nuevo. Retornamos y muchas veces tenemos nostalgia del pasado. Hoy recordamos nuestros lamentos y tenemos los mismos problemas. Me duele España. La crisis fue y es oportunismo para algunos, cantos de sirena, para otros. Los políticos aprovechan las situaciones para posicionarse y seguir anclados en las comodidades del palacio. Ya que entré en el edén no puedo salir y perder el coche, los privilegios y, sobre todo, el salario que no gané con el sudor personal sino con la frustración social y la demagogia de mis palabras encendidas que llegaban a los sentimientos de los frustrados y desesperados.

Esas palabras calaron no para solucionar los problemas ajenos sino los propios. Esta demagogia es típica de la izquierda. Una izquierda sectaria, trasnochada, comunista-marxista. Esta izquierda que no tiene pudor por destruir España, para trocear la patria con tal de ganar parcelas de poder. Ahí está el último invento de Podemos: Constitución para Cataluña dentro de una plurinacionalidad. Y ¿por qué? Por contentar a aquellos que mutilaron la patria y que sigan dándome el voto para anclarme en el feudalismo palaciego.

A los que siguen a los demagogos, algunos de vista cansada, no llegan a ver el engaño; otros, aún siguen haciendo la travesía del desierto porque creen que llegarán al oasis y no se dan cuenta que es todo un espejismo. Para los lideres de Podemos la dictadura del proletariado termina en un cortijo a todo lujo con guardia personal que no pensaron nunca poseer. No pretendo privar a nadie de una vivienda digna pero no un lujoso palacio, cuando predican la justicia y se presentaron como causa de los desvalidos. Esta frustración está conmoviendo sentimientos y radicalismos.

Por otra parte, unos gobiernos que decían eran de derechas, pero la realidad no se sabe qué derecha, porque Rajoy nunca se posicionó, no sabíamos si era liberal, conservador, demócrata cristiano. Ignoramos por qué no dio el puñetazo en la mesa y puso firmes a todos aquellos que atentaron contra la unidad patria. Es decir, tenemos una izquierda sectaria y una derecha complaciente, indulgente. No sé hasta que punto esa derecha que representó Rajoy fue tal, más bien cayó en las trampas y se dejó manipular porque el pícaro que era el de enfrente y se dejó robar el cortijo.

Ante estas situaciones de falta de sentido patrio, la falta de unidad de España, la perdida de valores, no es de extrañar que surja un nuevo antibiótico que sirva de terapia para curar las heridas de los enemigos de la patria. La política debe regenerarse ya que está entumecida por radicalismos de extrema izquierda, marxistas-comunistas, y por la extrema derecha. Los culpables son los partidos de siempre. Hoy el PSOE, que está en el poder fruto de un pacto de altura felona y, por otro, por la inoperancia, memez y debilidad de Partido Popular que tuvo en sus manos el cielo y cayó en lo más hondo de la inoperancia. De ahí, que no nos extrañe las nuevas ideas. Los culpables son los partidos históricos y no culpen a los demás de sus muchos errores y torpezas. Actualmente, parece ser que está en guardia la extrema derecha, la ultraderecha. Ya pregonan que está al margen de la Constitución, que es inconstitucional. Habría que dejar hablar a los españoles y someter a referéndum qué piensan aquellos que amamos la patria.

Si el pueblo hablara, ¿se eliminaría el actual sistema autonómico? Si el pueblo hablara ¿la sanidad y la educación no estaría bajo el poder central? Si el pueblo hablara ¿se permitiría la actual tomadura de pelo de los presos catalanes, de los del PDCAT, ERC, la CUP y los oportunistas de Podemos? Si el pueblo hablara, ¿el felón Pedro Sánchez seguiría en la Moncloa?

Siempre se ha dicho que España va al revés de Europa. En el viejo continente el marxismo-comunismo es residual. Todos los países bajo la orbita soviética, traicionados y sometidos bajo los esbirros marxistas, hoy son libres y han virado algunos al otro extremo. No quieren más mentiras. En la doctrina marxista, la dictadura del proletariado fue un engaño para vivir unos pocos y así se ha demostrado y se está demostrando ¿Quiénes viven bien de los últimos Mesías del 15 M? Sus dirigentes, cuyos aposentos se asemejan más a casas palaciegas que a las viviendas de los proletarios. Luego no es de extrañar que aparezcan nuevos árbitros de la política y como todo, los hechos dirán si tienen o no razón. Pero lo que no se puede tildar que llega la extrema derecha, o como hemos dicho en otras ocasiones, todo lo que no está a la izquierda es extrema derecha. Los nuevos actores que representen la obra y si no no gusta tendrán que cerrar el teatro.

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