AL TRASLUZ
Velando armas
Más largas horas de hospital, velando armas por un ser querido. Me llevó un libro, El halcón maltés, de Hammett. En el cine la hizo Bogart, lo que conlleva interpretarla dos veces: tal como es el personaje y a la propia manera. Mi mujer lleva ya tantas lecturas del género que podría hacerme picadillo y conseguir que culpasen al cocinero que no tenemos. En los pasillos, velando armas similares, coincido de nuevo con el gran criminalista leonés Ricardo Magaz, quien colabora en este periódico, además de en numerosas tertulias televisivas. Charlamos un rato. Muy interesantes sus opiniones —críticas— sobre el sensacionalismo periodístico en el caso de niño Julen, en el que hasta el último minuto se informó como si se tratase de una operación de salvamento de un ser vivo, porque así narrado permitía más efectismo. Magaz también escribe ficción. Aunque no es un purista de la terminología, le extraña que alguien se atreva a opinar sobre un asesinato si no diferencia una pistola de un revólver. Me obsequia un ejemplar de la revista que dirige, que entre otros interesantes materiales incluye un artículo sobre policías españoles que escriben novelas. Por cierto, en Rinconete y Cortadillo, la novela ejemplar de Cervantes, aparece una banda criminal organizada tal cofradía religiosa.
En el hospital sigo con interés cada noticia sobre Venezuela. Según mi amigo Nelson Rivera, prestigioso intelectual venezolano, Guaidó es el hombre adecuado para esta hora difícil, pues no se trata de un peón del azar político o de los intereses económicos internacionales. Lo califica de líder honrado y de sólidas convicciones católicas, alejadas del fanatismo histriónico. Me alegro. Venezuela no necesita solo un cambio de césar, también de conducta. Gran país, buena gente.
Al final de la película El halcón maltés, que no del libro, Spade (Bogart) es preguntado de qué material está hecho el pájaro para que poseerlo haya provocado tanta codicia y tantas muertes. Él contesta: «Del mismo material que nuestros sueños». O sea, citó a Shakespeare sin haberlo leído. La condición humana es en el gran misterio. Y a veces, los malos no ganan. Pero para ello resulta imprescindible que los buenos actúen. Y además, a tiempo.