EDITORIAL | Un fracaso político que convierte la renovación en las urnas en ineludible
El panorama político español se sumió ayer definitivamente en una nueva crisis de Gobierno con el fracaso de Pedro Sánchez para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. En el fondo era un final anunciado y esperado porque no parecía que los partidos independentistas catalanes iban a renovarle el apoyo cuando ya ha comenzado el juicio por los acontecimientos del otoño de 2017 en el llamado ‘procés’. Sánchez se ve abocado a cumplir lo que había comprometido cuando consiguió derrocar a Mariano Rajoy en la moción de censura: convocar elecciones generales para renovar el Parlamento.
El problema es que de nuevo el país se sume en una parálisis que ya dura demasiado, desde que en diciembre de 2015 se inició la legislatura en la que ni siquiera de formó ejecutivo y que dio paso a la que han compartido Rajoy y Sánchez atados por una situación de minorías que apenas les han permitido dar pasos relevantes más allá del uso de los ‘decretazos’.
La llegada de los nuevos partidos se anunció como la solución para evitar que todo siguiese en manos de esas minorías nacionalistas que han marcado siempre la pauta. Pero la realidad ha sido bien distinta y si el PNV tuvo en su mano el Presupuesto de Rajoy y decidió la moción de censura, ahora son las fuerzas nacionalistas catalanas las que dejan en una situación insostenible a Sánchez. Parece que las urnas dictarán sentencia. Y sería bueno que los españoles se dotasen de un ejecutivo, sea del color que sea, capaz de sacar al país de este atasco.
