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Publicado por
PEDRO VICENTE
León

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No se alarmen cuando oigan que nos esperan más de tres meses de machacona e ininterrumpida campaña electoral hasta el 26 de mayo, fecha en la que estamos citados a las urnas para renovar los ayuntamientos, elegir el parlamento autonómico del que saldrá un nuevo gobierno para la Comunidad y a los representantes españoles en el Europarlamento. Aunque Pedro Sánchez no hubiera intercalado en abril los comicios generales adelantados, el guirigay electoral ya estaba en marcha y no se iba a detener hasta ese domingo de mayo. Lo que ocurre es que el ruido del carrusel será todavía más estridente y no respetará ni esas fechas de presunto recogimiento y oración de la tradicional Semana Santa.

Han transcurrido escasamente tres días desde que Sánchez anunciara la primera fecha electoral y ya se perciben nítidamente los dos mantras que van a polarizar la política española de aquí al 28 de abril. Por un lado, el PSOE apelará al voto progresista y a la máxima afluencia a las urnas para cerrar el paso a la derecha ultramontana —también «trifásica», en palabras de la ministra Dolores Delgado— que amenaza con retrotraer a España poco menos que a parámetros predemocráticos y preconstitucionales. Por su parte, la nueva derecha patria, articulada en las tres versiones encarnadas por el PP, Ciudadanos y Vox, apelarán al conjunto de la sociedad española para evitar que Sánchez vuelva a las andadas y reedite el presunto pacto con el independentismo catalán, los nacionalistas del PNV y, si fuera preciso, con los radicales vascos añorantes de ETA, para formar junto a Podemos un «gobierno Frankestein» (Rubalcaba dixit) que por supuesto indultará a la mayor brevedad a los separatistas catalanes a los que ya se da por condenados por traición y/o sedición.

Remedando a Marx, Groucho por supuesto, los españoles decidirán a quien creen, si a los burdos espantajos propagandísticos agitados por unos u otros, o a lo que han podido ver en los últimos ocho meses con sus propios ojos. El problema es que, siendo a priori necesario el pacto como mínimo de tres fuerzas políticas para poder alcanzar la mayoría necesaria para investir un nuevo presidente del gobierno, los vetos cruzados en forma de cordones sanitarios nos devuelvan a la situación de bloqueo político que ya conocimos a raíz de las elecciones de diciembre de 2015. En ese caso, después de más de tres meses de insoportable guirigay electoral y renovados los ayuntamientos y las comunidades autónomas en liza, nos encontraríamos con un gobierno Sánchez en funciones forzado a convocar nuevas elecciones generales en otoño. Por haberse dado hace tres años, el escenario no resulta precisamente descartable.

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