Huelga general, otro fracaso en Cataluña
Cataluña parece condenada a vivir en una especie de permanente excepcionalidad que genera daños en todos los órdenes de la sociedad. Ayer sufrió otra huelga general, una jornada ideada para agrietar aún más las cosas, con una minoría muy activa y combativa impidiendo el normal desarrollo de su vida al resto de los habitantes de esta comunidad autónoma.
Es verdad que la huelga se puede calificar sin duda de fracaso. La participación fue muy minoritaria y sólo la actividad de los violentos propició que sí tuviese influencia real, porque se generaron problemas notables exhibiendo en demasiados casos esa violencia, o al menos amenazas, que nunca debería tener cabida en una Democracia. La suma de fracasos de todo tipo no aportará soluciones a lo que parece claro que es un problema complejo. Tras las elecciones sería bueno que los partidos apostasen por abordarlo de una vez. El desarrollo del juicio, en plena crisis de gobierno y con los activistas intentando alterar las cosas, prueba que España es un país serio, con un Estado firme que garantiza el libre ejercicio del Poder Judicial.